¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra! ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!Salmo 98:4.
Lectura diaria: Salmo
98:1-9. Versículo principal: Salmo 98:4.
REFLEXIÓN
Es prácticamente una orden: “Aclamen”. Todos deberíamos honrar el Nombre del Señor y
adorarle por su grandeza. El solo hecho
de ver el sol saliendo en el nuevo día, debería ser motivo de alabanza. Pero no, de lo que menos nos acordamos
especialmente en tiempos de adversidad es de darle gracias por esas
tribulaciones y mucho menos de exaltarlo como Dios que es. Al revés, nos cuestionamos y empezamos a
preguntarle al Señor un sinfín de “por qués” sin tener en cuenta que Él es
dueño absoluto y soberano de todo cuanto existe y de nuestras mismas vidas.
He aprendido que la alabanza
tiene un poder innegable y por consiguiente lo más aconsejable es entre más
adversidad, más alabanza. Satanás no
puede con este actuar y se retirará del camino, mientras el Señor se complace y
goza de la alabanza de los suyos. En mis
primeros años de cristianismo me enseñaron que la “quejabanza” honra al enemigo
y la alabanza a nuestro Dios.
La Palabra nos dice dos cosas
para tener presente: “Estén siempre alegres” y “den gracias en todo” (1
Tesalonicenses 5:16 y 18). No es fácil
poner estas dos órdenes en práctica. Sin
embargo, considero que podemos estar abatidos por fuera, pero por dentro,
espiritualmente tener el gozo del Señor; y aunque no lo entendamos y le demos
muchas vueltas, debemos aprender a dar gracias y no perder el gozo, cualquiera
sea la situación en que nos encontremos, porque esto nos llevará a obtener la
victoria.
Amado Dios: Te damos gracias así
no entendamos por las circunstancias
adversas que vivimos. Te
pedimos que por medio de tu Santo Espíritu nos lleves a aclamarte y rendirte
homenaje como el Dios Creador y Soberano que eres, sin escatimar la adoración
que fluya de nuestros labios para decirte que eres el Rey y Señor de nuestras
vidas y tienes todo el derecho de actuar de acuerdo a tu santa voluntad.
Un abrazo y bendiciones.
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