jueves, 27 de diciembre de 2012

Lo que Dios hace, sí tiene sentido


En el crisol se prueba la plata; en el horno se prueba el oro;... 
                                                                                                  Proverbios 27:21.                          

Lectura diaria: Proverbios 27:1-27.  Versículo principal: Proverbios 27:21

REFLEXIÓN

¿Y nosotros cómo nos probamos? Los humanos hacemos planes: ponemos aquí, quitamos allá, y en esto las mujeres somos expertas.  Sin embargo, nunca sabemos cuál será el destino que el Señor nos tiene preparado (v. 1), y en esas volteretas lo que Dios está realizando es precisamente perfeccionar el carácter de Cristo en nosotros para conocer nuestra reacción.
Al  leer el libro “Cuando lo que Dios hace no tiene sentido” del Dr. James Dobson, pensé: “Sí Señor, es ilógico que trates así a lo que te aman y siguen.  Pero hoy,  después de conocer su grandeza y poder me di cuenta de que, nosotros no sabemos ni siquiera adónde vamos, ¡pero Dios sí y de qué manera!  Coincido con el autor al afirmar que “lo que Dios hace tiene sentido aun cuando no lo tenga para nosotros”.
Miremos tan solo un ejemplo en la Biblia: el de Abraham; Dios a pesar de su vejez les prometió a este hombre de fe y a su esposa Sara tener un hijo.  Hasta ahí todo muy bien; pero ¿qué sucedió cuando Dios le habló nuevamente y esta vez para reclamárselo? (Génesis 22:1-12). Considero que no debió ser nada agradable esta noticia, máxime si se trataba del hijo de la promesa.  ¡Esto no tiene sentido!  Podemos gritar, pelear, refunfuñar pero nada cambiará el parecer de Cristo y no queda más que someterse a su voluntad.  Abraham fue obediente a Dios y estuvo dispuesto a entregarle a su único hijo.  Su obediencia fue premiada y no hubo tal sacrificio.  Dios también le había prometido a Abraham una descendencia numerosa que saldría precisamente a través de Isaac, entonces, ¿por qué le pedía a su hijo?  Aparentemente todo se torna oscuro pero dentro de los planes de Dios, contaba desde ya con la promesa hecha a Abraham en Génesis 12:3: “¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!”.  Con el Señor Jesucristo proveniente de la tribu de Judá, se cumplió lo prometido: el mundo sería bendecido al encontrar la salvación en Él. Pedro lo confirma en Hechos 3:25-26: “Ustedes, pues, son herederos de los profetas y del pacto que Dios estableció con nuestros antepasados al decirle a Abraham: 'Todos los pueblos del mundo serán bendecidos por medio de tu descendencia'.  Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades”.
Si volvemos al comienzo de nuestro ejemplo, podemos notar que en todo este relato se encierra tanto la soberanía de Dios, como el querer probar a su amigo Abraham.  De igual modo sucede con nosotros cuando no le vemos salida a las adversidades y ni siquiera las entendemos porque no les hallamos sentido a lo que nos está pasando; pero  Dios sí sabe adónde quiere llevarnos: Él es fiel en completar en cada uno la buena obra que empezó, además esas pruebas  serán el motivo para exaltar su nombre cuando su luz brille en medio de la oscuridad. “¡Mira! Te he refinado pero no como a la plata; te he probado en el horno de la aflicción” Isaías 48:10.  Entonces, cuando esto sucede, después de la aflicción  podemos exclamar: ¡Definitivamente, lo que Dios hace sí tiene sentido! 

Gracias Señor, porque si no fuera por las pruebas que pasamos no podríamos darte honor y gloria a ti. ¡Todo lo tuyo es perfecto!

Un abrazo y bendiciones.  

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