jueves, 31 de marzo de 2016

Alistemos desde ya nuestra vivienda celestial




En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. 
Juan 14:2.


Lectura: Juan 14:1-14.  Versículo del día: Juan 14:2.

MEDITACIÓN DIARIA

Este es el preámbulo a la promesa que sigue: “Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté” (v. 3). El Señor nos ha preparado ya nuestra propia vivienda en el cielo; considero que si nos hemos muerto antes de su venida, llegamos derecho allí para encontrarnos con El y estar a su lado. Si todavía vivimos, entonces, retornará aquí para llevarnos. Pero fijémonos bien lo que nos sigue diciendo: “Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy” (v. 4).
Bueno, no podemos ser tan despistados como Tomás, que a pesar de haberlo escuchado y seguirlo, todavía no entendía cuál era el camino. Por eso el Señor le confirma: “—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí” (v. 6). No solamente esta Palabra es para los que están afuera, lo es también para los que asistimos a una congregación y oramos o leemos la Biblia; mientras no busquemos a Jesús como el único camino para llegar al Padre, no podemos pensar en la morada que nos preparará. En otras palabras: no habrá vida eterna para el que no ha reconocido a Jesús como su Salvador personal.
¡Apresúrate! Desde ahora ten lista tu vivienda allá donde nadie te la arrebatará.

Amado Señor Jesús: Reconocemos que no hay otro camino ni sitio de espera para llegar al Padre, sino solamente Tú que eres el puente, nos comunicas y llevas derecho hacia Él. Te aceptamos como nuestro Señor y Salvador. Toma nuestras vidas y aférranos de tu mano por este peregrinaje, hasta que dispongas conducirnos a la casa que nos prepararás al tomar esta decisión. ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 30 de marzo de 2016

¡Hasta dónde llega tu amor!




Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. 
Romanos 8:26.


Lectura: Romanos 8:18-39.  Versículo del día: Romanos 8:26.

MEDITACIÓN DIARIA

Creo que nunca entenderemos hasta dónde llegan la misericordia y el amor de Dios. Y digo que no las entenderemos porque ni siquiera sabemos las veces que ha venido el Espíritu en nuestra ayuda, y quizá por la misma circunstancia adversa en que nos encontremos, ni siquiera las hemos percibido. Y es que el Espíritu hace su cometido de manera tal, que llora por nosotros. ¡Qué bendición y qué hermosura! No sé, por qué nuestra tendencia es siempre a preocuparnos y a la vez a no confiar. Hemos visto tal vez, la mano de Dios en acontecimientos anteriores y sin embargo, nos dejamos convencer del maligno que no es así. No hay nada para nosotros los cristianos de lo que Dios no tenga el control y si pasan, Él más que nadie sabe la razón: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito” (v. 28).
Por otro lado también nos dice aquí la lectura que a pesar de ser como somos: débiles, desconfiados, desobedientes, olvidadizos y desagradecidos, su amor nunca se acaba, e igual entonces, su misericordia: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia?”. (v. 35); “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (vv. 38-39). ¡Aleluya!  ¡No merecemos tanto!
Miremos como conclusión la profundidad de su Palabra: Estamos atribulados y no sabemos qué hacer. Sin embargo, hay alguien a quién no vemos, que está sufriendo a nuestro lado, al punto que llora pidiéndole al Padre que tenga en cuenta ese problema y que a la vez nos confirme que siempre, pero siempre, estará ahí: “Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad” (Jeremías 31:3).

Amado Papito Dios: No solo te bastó darnos a tu Hijo Jesús para que viniera a morir por nosotros, sino que además de eso, nos dejas a tu Santo Espíritu para que venga a consolarnos e interceder en momentos apremiantes.  Gracias, muchas gracias por ser tan generoso con tu bondad, misericordia y amor. Tu amor, nunca deja de ser, porque Tú mismo eres la esencia de ese GRAN AMOR. ¡Alabado seas por siempre bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones.

martes, 29 de marzo de 2016

Su delicia es ver el amor entre nosotros




Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. 
Juan 13:34.


Lectura: Juan 13:31-38.  Versículo del día: Juan 13:34.

MEDITACIÓN DIARIA

Creo que la característica que debería distinguirnos a los cristianos es el amor fraternal. Sin embargo, especialmente en las iglesias grandes actuales, es difícil encontrar el amor entre los hermanos. Cada uno va y viene como una hormiguita pero infortunadamente ni se saludan.
Siendo el amor tan importante para Dios, debería ser el principal motivador en una iglesia.  ¿A quién no le gusta sentirse amado(a)? Cuando la persona es bien recibida en la Congregación, se le hará más fácil tener confianza e involucrarse también. ¿Si no se recibe amor de los hermanos en la iglesia, qué podemos esperar de los de afuera? El Salmo 16:3 nos dice algo acerca de esto. Y me gusta cómo está escrito en la Biblia de las Américas: “En cuanto a los santos que están en la tierra, ellos son los nobles en quienes está toda mi delicia”. Los santos somos nosotros, el pueblo de Dios; somos para Él nobles y se deleita cuando actuamos como a Él le gusta que lo hagamos. “Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros” (1 Pedro 1:22).
Veamos la importancia del amor para Dios si en verdad decimos que lo conocemos y le creemos. “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte” (1 Juan 3:14); “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:8).
Escudriñemos las Escrituras para empaparnos del amor que debemos ofrecer. Cada nuevo día cuando hablemos con Papá Dios, digámosle que necesitamos una dosis grande de su amor, para manifestarlo igualmente a todo el que se nos acerque.

Amado Señor: Queremos aprender a amar no solamente por cumplir tu mandamiento, sino porque sabemos que te deleitas en nuestro buen comportamiento. Permite que el fruto del amor sea una muestra de saber que tu Santo Espíritu se desborda en nuestros corazones. Gracias por el ejemplo de amor que nos dejaste. Nos amaste sin pedir nada a cambio, para que de igual modo lo hagamos también.

Un abrazo y bendiciones.