lunes, 31 de agosto de 2015

Revisemos nuestra área espiritual




—Vete en paz —respondió Elí—. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido. 
1 Samuel 1:17.


Lectura: 1 Samuel 1:1-20.  Versículo del día: 1 Samuel 1:17.

MEDITACIÓN DIARIA

Estas fueron las palabras del sacerdote Elí a Ana, la esposa de Elcaná, cuando ella entró al templo a orar quebrantada, pidiéndole al Señor un hijo, ya que era estéril. Y así sucedió: pasado un año, dio a luz un niño a quien puso por nombre Samuel y se lo dedicó al Señor.
En la predicación dominical de ayer aprendí que el Señor tiene todas las respuestas para nosotros, pero no tiene toda nuestra atención. Si nuestra relación es fría o tibia, no prestamos atención a lo que oímos; más exactamente creo yo, a lo que escuchamos. Porque oímos mucho, pero escuchamos poco; igual que, miramos mucho, pero vemos poco. ¿Qué quiere decir este juego de palabras? Que cuando verdaderamente escuchamos lo que se nos dice y vemos lo que se nos muestra es porque ponemos atención. En verdad, es algo en lo que personalmente tengo que aprender, no en lo concerniente al Evangelio, pero sí soy muy distraída cuando alguien me está hablando directamente.
Si nuestra relación con el Señor no es prioritaria, es difícil entonces, que se nos otorguen las súplicas que le hacemos. Revisemos cómo anda nuestra área espiritual y antes que abogar por los demás, tengamos un encuentro íntimo, entre el Señor y cada uno, donde también desbordemos el corazón ante Él; le clamemos y lloremos como en el caso de Ana, que muy seguramente el Señor nos dará paz y se encargará de concedernos las peticiones que le hayamos hecho.

Amado Dios: Nos presentamos ante Ti con un corazón deseoso de tenerte como a nuestro mejor Consejero y Amigo. Tú nos conoces y sabes exactamente lo que existe en cada uno de ellos; mira pues buen Señor lo que nos está haciendo daño y deséchalo. Pon un corazón contrito, humillado y sensible a tu voz para que aprendamos a interesarnos más en lo que nos enseñas y no dejarnos distraer por falsas posiciones que nos alejan de tu lado.

Un abrazo y bendiciones.

domingo, 30 de agosto de 2015

Con integridad recibimos bendición



¡Que el Señor haga que la mujer que va a formar parte de tu hogar sea como Raquel y Lea, quienes juntas edificaron el pueblo de Israel! ¡Que seas un hombre ilustre en Efrata, y que adquieras renombre en Belén! ¡Que por medio de esta joven el Señor te conceda una descendencia tal que tu familia sea como la de Fares, el hijo que Tamar le dio a Judá! 
Rut 4:11-12.


Lectura: Rut 4:1-22.  Versículos del día: Rut 4:11-12.

MEDITACIÓN DIARIA

A través de la historia de Rut aprendemos el verdadero significado del amor, la constancia, la persistencia y especialmente la confianza en Dios.  No sé cuál de los tres personajes que se nombran en este Libro tiene mi predilección.  A Nohemí la admiro por ser una mujer que no perdió la visión en su Dios y por su fortaleza para continuar a pesar de la adversidad que afrontó. Creo que tenía el don de amar y debió ser ejemplar ya que Rut no quiso dejarla. En Booz, veo a un hombre generoso, tierno, decidido, misericordioso, humilde, respetado e íntegro. O sea, un hombre que no dudó en proteger a dos mujeres viudas y solas; las acogió con el mismo respeto y consideración con el que también veía a sus trabajadores a pesar de su riqueza y posición. Me queda por nombrar a Rut: una mujer sencilla, humilde, trabajadora, con un amor sincero y un sentido de lealtad loable. Decidió no solo seguir a su suegra Nohemí, sino asimismo refugiarse en los brazos del Dios Todopoderoso de Israel. También es para aprender lo que debe ser la relación de suegra-nuera y romper esa mala imagen que se proyecta siempre (v. 15).
Si estamos acostumbrados a admirar a David por su corazón conforme al de Dios, tenemos que retroceder la mirada y ver de dónde heredó esta virtud. Tres personajes que nos demuestran lo que el Señor puede hacer cuando nos cobijamos bajo sus alas y decidimos seguirlo con sinceridad y amor genuino. La integridad nos lleva a recibir las buenas promesas de bendiciones que Dios nos tiene, como las dichas por los ancianos que fueron testigos cuando Booz decidió adquirir el terreno de Nohemí y a la vez tomar como esposa a Rut (vv. 11 y 12). Indudablemente todas se cumplieron.

Amado Señor: Te damos gracias porque cada día nos enseñas algo nuevo que sin duda redundará en nuestra rectitud vivir; y con la firme convicción de que eres el más Grande y Amoroso Dios que esperas de nosotros un corazón sincero y abierto para aprender tus reglas, acatarlas y cumplir tu voluntad.

Un abrazo y bendiciones.

sábado, 29 de agosto de 2015

Nuestro arrepentimiento tiene que producir buenas obras



Muchos acudían a Juan para que los bautizara. —¡Camada de víboras! —les advirtió— ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca?  Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. 
Lucas 3:7-8a.


Lectura: Lucas 3:1-20.  Versículos del día: Lucas 3:7-8a.

MEDITACIÓN DIARIA

Juan exhortaba a los que llegaban a él para ser bautizados y no de cualquier manera. Era drástico y directo al decir las cosas y llamarlos víboras. Él conocía muy bien a los fariseos hipócritas y sabía perfectamente qué se podía esperar de ellos. Igual deberían saberlo en estos tiempos tantos que profesan ser cristianos y no lo son. Para todos existe el arrepentimiento sincero; y la mejor manera de demostrarlo es con frutos. Personalmente considero que las personas no tienen un verdadero arrepentimiento porque venimos de una tradición donde específicamente es: ‘peco, confieso y empato’, como si el Señor fuese igual a nosotros y pudiésemos engañarlo con pañitos de agua tibia. No existe el dolor ni la tristeza por defraudarlo vez tras vez: “La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación” (2 Corintios 7:10).
Si en verdad hay arrepentimiento, entonces nuestro proceder debe demostrarlo: “a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras” (Hechos 26:20). No podemos decir que nos convertimos al Señor y seguir haciendo lo que bien queramos. Cuando David pecó adulterando con Betsabé, derramó su corazón de dolor ante Dios. El Salmo 51 nos demuestra claramente que estaba contrito y humillado y un corazón así, el Señor no lo desprecia (Salmo 51:17). Llenémonos de su Santo Espíritu. Es el Espíritu Santo quien nos guía a toda verdad y nos redarguye de pecado. Él es nuestro Consolador; entonces busquémosle y llenémonos de su presencia (Efesios 5:18), así empezaremos a dar su fruto completo de: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22-23), y nuestra vida empezará a cambiar dando fruto de verdadero arrepentimiento.

Amado Señor: Muchas veces hemos pecado y no somos conscientes de la transgresión con que te hemos ofendido; perdónanos por ello. Regálanos el don del arrepentimiento verdadero y el deseo profundo y continuo de no caer de nuevo. Te pedimos que nos llenes con tu Santo Espíritu y llevemos una vida completa con el fruto de Él para demostrar ante el mundo que de verdad somos lo que decimos ser. Gracias buen Señor por tu amor y misericordia. ¡Te amamos Señor!

Un abrazo y bendiciones.