martes, 18 de agosto de 2015

Es una decisión y reto a la vez




Pero el ángel les dijo: No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. 
Lucas 2:10-11.


Lectura: Lucas 2:1-20.  Versículos del día: Lucas 2:10-11.

MEDITACIÓN DIARIA

Cuando el Señor Jesús nació, el ángel del Señor se les apareció a unos pastorcitos de Belén. Ellos se asustaron pero sin embargo, tomaron la decisión de ir en busca de lo anunciado por el ángel.
De igual manera sucede a muchos en este tiempo: se asustan cuando se les habla de Jesús como Salvador del mundo y creen que no están preparados para verlo ni experimentar su amor. Además de eso, no se arriesgan en averiguar si es cierto o no. Los pastores por lo menos fueron valientes y dispusieron su corazón para ir en su busca y comprobar si todo lo dicho era verdad (v. 20); ahora ni siquiera se toman la molestia de indagar o investigar si Jesús de Nazaret es quien dijo ser. A través de este devocional ese es mi propósito especial: dar a conocer al Salvador de la humanidad, para que cuantos más puedan conocerlo, experimenten su misericordia, amor y poder. Conocer la verdad es conocer a Jesús, Él dijo ser esa verdad: Jesús es el camino al Padre, la verdad y la vida (Juan 14:6), y esa verdad nos hará completamente libres (Juan 8:32). No existe otro camino; únicamente hay uno que Dios es su infinito amor nos dio   a través de Jesús el Salvador: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Ese es mi deseo y reto a la vez: que directamente compruebes si Jesús, el que nació en un humilde pesebre de Belén y que los pastorcitos fueron a ver y comprobar, es el Salvador de tu vida. Solamente tienes que probar con una oración. Yo estoy segura que Él no te va a defraudar; nada pierdes con intentarlo. Es más de lo que imaginas el bien que te dará. Si deseas podemos orar así:

Querido Jesús: Sinceramente no sé si eres el Salvador del mundo pero hoy decido aceptarte en mi vida como Señor y Salvador personal. Ven a mí; perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonarme y limpiarme; y darme una nueva vida contigo. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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