Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias. Él rescata tu vida del sepulcro y te corona de gran amor y misericordia.
Salmo 103:1-4. NVI.
Lectura: Salmo
103.1-22. Versículos del día: Salmo
103:1-4.
MEDITACIÓN DIARIA
Mi devocional de hoy es completamente
para darle gracias al Señor por la vida de Samuelito. Muchos de ustedes
supieron que el bebé nació prematuro y tuvo muchos inconvenientes, incluso le hicieron dos cirugías en su cabecita para
colocarle una válvula que va hacia su estomaguito para drenarle líquido del
cerebro. Tanto desde su nacimiento como en enero y febrero fueron días críticos
para el bebé. Y aún en abril, le hicieron la segunda cirugía. Pero bueno,
quizá, tú que estás leyendo este devocional, también nos ayudaste a orar por el
bebé. La buena noticia, es que el Señor escuchó nuestras oraciones y ahora es
un completo Muñequito muy saludable.
No puedo dejar pasar este
día así no más, porque toda la familia, amigos y conocidos vieron la Grandeza
de nuestro buen Dios, al levantarlo. El Señor sanó todas sus dolencias y
rescató su vida del sepulcro. Exactamente, palabras más, palabras menos dijo su
pediatra en la última consulta. Ella no pensó que el bebé saldría adelante;
pero cuando el hombre dice No, Dios dice: SÍ.
¡Alaba alma mía al
Señor! ¡Alabe todo mi ser su Santo Nombre! ¡Alaba alma mía al Señor y no
olvides ninguno de sus beneficios! ¡Cómo olvidar buen Señor tanto amor, bondad,
protección y misericordia que has tenido con Samuelito! Hace más o menos un
año, yo te dije que él era el niño de la promesa para Sarita, nuestra hijita.
Como aquel día mi Señor, te sigo rogando que lo tomes Tú y que sea un niño de
bendición no solamente para la familia sino para todo el que se le acerque. No tengo las palabras adecuadas para agradecerte
todo lo que has hecho por él. Ya un añito, en el que hemos visto tu cuidado. Lo
has tomado en tus brazos rodeándolo de amor, levantándolo y sanándolo. ¡Es Tuyo
mi Señor, te pertenece! Enséñanos a llevarlo de tu mano porque muy seguro,
tienes un propósito especial y grandes cosas en su vida. ¡Alaba alma mía al
Señor y no olvides ninguno de sus beneficios!
Un abrazo y bendiciones.