jueves, 28 de febrero de 2013

Si crees el mensaje, acéptalo




¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor? 
Isaías 53:1.


Lectura diaria: Isaías 53:1-12.  Versículo del día: Isaías 53:1.

MEDITACIÓN DIARIA

Más o menos setecientos años antes del nacimiento de Cristo, Isaías profetizó cómo sería la venida del Mesías sufriente.
Este capítulo del profeta nos hace recapacitar y reflexionar profundamente en quién hemos creído y su obra salvadora en la cruz por toda la humanidad: “Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado.  Él fue traspasado por nuestras rebeliones,     y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz,     y gracias a sus heridas fuimos sanados” (vv. 3-5).  El Pasaje habla por sí solo.  Sin embargo, meditemos sobre lo siguiente: Al Señor desde el inicio de su ministerio, no le tocó nada fácil; fue rechazado por los mismos judíos fariseos hipócritas y por los eruditos de la ley que decían conocerla pero ni la practicaban ni la entendían.  De lo contrario no lo habrían mandado matar. Si creemos también que el Señor quedó después de su muerte como nos lo pintan en los crucifijos, estamos errados; fue literalmente molido y traspasado por nuestros pecados. ¿Qué queda del maíz cuando se muele? Nada. No hay ni sobra de la pepita amarilla y brillante que pusimos en el molino; simplemente queda una masa y así quedó nuestro Redentor: sin nada de atractivo como para desear mirarlo.  Todo esto no fue más que con el propósito de venir a salvarnos y ofrecernos una vida con perdón, sanidad y paz  junto a Él.
Semejante sacrificio es digno de admiración, de honra y gloria a Dios por tenernos en cuenta de esa manera; sin importarle darnos a su único Hijo para que todo aquel que  en Él crea, tenga vida eterna (Juan 3:16).
Si nunca antes has aceptado lo que hizo por ti o no lo habías entendido, considero que llegó el momento, y por eso te invito a orar así:

Señor Jesucristo: Hoy comprendo la magnitud de tu sacrificio por mí en la cruz y decido aceptarte en mi vida como Señor y Salvador personal. Ven a mí, perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor por perdonarme y limpiarme; y gracias por darme la vida eterna. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones. 

miércoles, 27 de febrero de 2013

Dispuestos a traer buenas noticias




¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: Tu Dios reina!.  

Isaías 52:7.


Lectura: Isaías 52:1-12.  Versículo del día: Isaías 52:7

MEDITACIÓN DIARIA

Qué bien caen las buenas noticias, cuando estamos acostumbrados a escuchar únicamente lo malo que pasa.  Los cristianos debemos ser portadores del mensaje de “Las buenas nuevas de salvación”.  Si el mundo no entiende ni sabe de un Dios, ¿cómo pretendemos que lo invoquen o que crean en Él si no hay quien les predique? (Romanos 10:14).  El Señor Jesús nos dejó una misión y no debemos hacer caso omiso de ella.  Debemos calzarnos con la disposición de proclamar el evangelio de la paz, dice Efesios 6:15; que entre otras cosas, es una de las armas que podemos utilizar contra los ataques del enemigo. Cuando nos ponemos los zapatos correspondientes empezamos a andar más firme, así estemos transitando sobre terrenos pedregosos porque nuestros píes serán bendecidos si somos portadores de buenas nuevas.
El Señor pregunta: ¿Quién irá por mí?  Que estemos con el corazón dispuesto a decirle: “Aquí estoy Señor. ¡Envíame a mí!". (Isaías 6:8).

Amado Señor: Permite que tu Espíritu esté sobre nosotros para llevar consuelo a los corazones afligidos; a pregonar libertad a los cautivos; y a proclamar el año del favor tuyo. Queremos ser obedientes a tu Palabra y empezar a cumplir con el mandato de la gran comisión que nos dejaste por obra.

Un abrazo y bendiciones.

martes, 26 de febrero de 2013

La confesión nos da restitución




Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría. 
 Salmo 51:6.


Lectura: Salmo 51:1-19. Versículo del día: Salmo 51:6.

MEDITACIÓN DIARIA

A Dios no lo podemos engañar; por más que nos escondamos en el rincón más secreto, allí estará Él para buscarnos. Si somos conscientes de nuestras acciones, nos dejaremos guiar por su Espíritu. ¿Quién mejor para conocernos que el Señor? El pecado acobarda y así se quiera hacer como Caín cuando mató a su hermano Abel, no podemos huir de su presencia. 
Sabemos que en Jesucristo tenemos el perdón de pecados, volvamos nuestro corazón  y con humildad postrémonos ante Él. Dios nunca desecha al pecador arrepentido, precisamente en este Salmo con David nos lo demuestra. Fue muy grave el pecado que cometió al desear la mujer del soldado Urías y no solo se conformó con haber adulterado con ella sino que también mató a su esposo. Pero David se arrepintió y buscó a su Señor pidiéndole con quebranto y lloro su perdón. El Señor lo perdonó y tan lejos echó sus transgresiones como lejos del oriente está el occidente (Salmo 103:12). No solo lo perdonó, sino que lo ensalzó y elevó su nombre: David, pertenece a la descendencia del Señor Jesucristo.
Hay entonces que reconocer primero la falta; arrepentirse por ella; confesarla; desear no volver a cometerla; aprender a recibir el perdón; restituir la paz en el corazón y continuar agradando al Señor con nuestra vida.  
“Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9).

Señor: Danos un espíritu noble y puro como el de David, para que tengamos la capacidad de dirigirnos a ti humildemente en oración para pedirte perdón cuando caemos. Gracias por perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.

Un abrazo y bendiciones.

lunes, 25 de febrero de 2013

El amor que todo lo puede



Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian,  bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan. 
Lucas 6:27-28.  

Lectura: Lucas 6:27-49.  Versículos del día: Lucas 6:27-28.

MEDITACIÓN DIARIA

La enseñanza dejada por el mismo Señor Jesucristo es clara y contundente: Amen, hagan bien, bendigan, oren.  ¿A quienes? A los enemigos, a los que nos maldicen y maltratan.  El Señor dice que no tiene ningún mérito amar y hacerle bien a quienes nos aman; la gracia es hacerlo con aquellos que nos han causado mal.
“Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (v. 38). No creamos que el versículo hace referencia exclusivamente a lo material; también entra aquí precisamente el dar perdón, amor, misericordia, etc., porque en definitiva, lo que sembremos eso cosecharemos.
Atesoremos en el corazón frutos de bondad, de manera que se demuestren en nuestro hablar (v. 45); para que cuando nos acerquemos a Dios, lo hagamos sinceramente, sabiendo que estamos cumpliendo su voluntad.  De lo contrario el Señor nos vera como insensatos: escuchando su Palabra pero sin ponerla en práctica (vv. 46-49).
Como conclusión: si de verdad amamos al Señor y queremos agradarle, debemos practicar ante todo el perdón y amor hacia los enemigos. Sin eso, no somos ni hacemos nada.

Amado Señor: Gracias por recordarnos una vez más el amor que debemos tenerle al prójimo, especialmente a aquellos que nos han hecho daño. Te pedimos nos llenes de todo tu poder para amarlos como Tú nos has enseñado a hacerlo: de manera sincera y desinteresada. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

domingo, 24 de febrero de 2013

Aprender a controlarnos




Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia. 
Salmo 49:3.


Lectura: Salmo 49:1-20.  Versículo del día: Salmo 49:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Nuevamente hablemos de las palabras.  Las palabras que se dicen en un momento de ira dejándonos llevar por los impulsos y sin meditar en ellas.  ¡Cuánto daño podemos hacer con estas actuaciones! Y ¡cuántos no podrán tildarnos de hipócritas al saber que nos llamamos hijos de Dios y no sabemos controlarnos!
Sí, sucede a menudo; no es más que vulneren nuestros derechos (en mi caso por lo menos), para que prorrumpamos equivocadamente.  Por eso la petición de hoy es que aprendamos a hablar con sabiduría; a expresarnos con inteligencia.  Lo dicho, dicho se queda y nos deja un sabor amargo de no haber actuado con prudencia. Prudencia que en resumidas cuentas nos lleva a la misericordia; a practicar de verdad el amor dejado por el Señor Jesucristo: el que es paciente; bondadoso, que no se comporta con rudeza ni se enoja fácilmente; el amor que todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo soporta. El amor de 1 Corintios 13. 
Definitivamente no es tan cómodo; tenemos que apelar constantemente a la llenura del Espíritu Santo y pedir el fruto del dominio propio. Si amamos al Señor, tenemos que lograr pasar estas barreras.

Amado Dios: Nos ponemos delante de ti para pedirte perdón por aquellas situaciones que nos han sacado de casillas y no hemos sabido controlar nuestra ira. Dejamos en tus manos toda injusticia, y a las personas que nos han maltratado e injuriado de manera equivocada. Enséñanos a hablar con sabiduría y que de nuestro corazón solo salgan palabras impregnadas de tu amor, para que ellos te conozcan y alcancen también la salvación.

Un abrazo y bendiciones.