No temas, Jacob, mi siervo, Jesurún, a quien he escogido… derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia, y mi bendición sobre tus vástagos, y brotarán como hierba en un prado, como sauces junto a arroyos.Isaías 44:2, 3b-4.
Lectura: Isaías 44.1-5. Versículos del día: Isaías 44:2, 3b-4.
MEDITACIÓN DIARIA
Ahí está la promesa y ¡gloria a Dios por ella! No tenemos que temer el que alguno de
nuestros hijos esté descarriado. El Señor tiene un plan para la vida de cada
uno de ellos y lo cumplirá a su debido tiempo: “Uno dirá: ‘Pertenezco al Señor’; otro llevará el nombre de Jacob, y
otro escribirá en su mano: ‘Yo soy del Señor’, y tomará para sí el nombre de
Israel” (v.5).
Como padres lo que nos corresponde es orar, para que podamos
estar en ese momento y esperar con paciencia cuando el Señor toque
completamente el corazón de aquel que vemos apartado. Igualmente está escrito: “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia
serán salvos” (Hechos 16:31). Indudablemente la salvación es personal; pero
la promesa que la tomarán también los nuestros es una verdad. Debemos ir al Padre celestial y reclamar nuestros
hijos o cónyuge para su reino, sabiendo que: “Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos
conforme a su voluntad, él nos oye. Y si
sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya
tenemos lo que le hemos pedido” (1 Juan 5:14-15); y su voluntad es que
todos lleguen al conocimiento de Dios y se salven. Entonces a orar sin cesar porque los de
nuestra casa, alcancen la salvación.
Amado Señor: Gracias porque nos das la certeza de saber que
estaremos reunidos en el cielo con nuestros seres queridos. Hoy te clamamos por
aquellos que no te conocen y aun no saben lo maravilloso que es andar de tu
mano. Te los entregamos, sabiendo que cumplirás tu propósito en sus vidas.
Un abrazo y bendiciones.
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