domingo, 3 de febrero de 2013

Mujeres al lado del Señor




Así que las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, asustadas pero muy alegres, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. 
Mateo 28:8.

Lectura: mateo 28:1-10.  Versículo del día: Mateo 28:8.

MEDITACIÓN DIARIA

Muchos consideran que hasta Dios tiene relegada a la mujer a un segundo plano y sin embargo la misma Palabra nos demuestra lo contrario. La mujer ocupa un lugar especial en el corazón del Señor Jesús. Si miramos, desde su propia concepción, Dios tuvo a bien mirar a una humilde mujer para que fuera la madre de su Hijo y por ende la primera persona que lo recibió en su corazón (Lucas 1:38).
Después los evangelios nos narran encuentros de amor y misericordia entre Jesús y las mujeres: a unas sanándolas como a la mujer del flujo de sangre constante (Marcos 5:25); a otras, como la cananea que pedía por la liberación de su hija (Mateo 15:21-28); Se acercó de igual manera, para regenerarlas y volverlas hacia Él: la mujer  samaritana (Juan 4.6-26); también supo entender el sufrimiento de sus amigas Marta y María de Betania y las acompañó no solo para menguar su dolor sino para exaltar su poder como Dios en la resurrección de su hermano Lázaro (Juan 11:17-37). Fueron también mujeres quienes lo acompañaron en su ida al Calvario y quienes lloraron al verlo pasar sangriento y adolorido por la pesada cruz que cargaba (Lucas 23:28).
Ahora las mujeres jugamos un papel predominante en la evangelización del mundo porque somos las llamadas a seguir con el mensaje, principiando por los hogares donde Dios nos ha puesto. De nosotras depende hasta donde puedan llegar nuestros hijos a conocer al Señor Jesús, e ir haciendo con esto, un cambio perentorio en la sociedad.
El Señor tiene los ojos puestos en nosotras y no lo vamos a defraudar.  Somos guerreras valientes y a la vez sumisas a su Palabra; así que continuemos con la labor de contarles a otros la gran noticia de Jesús resucitado.

Amado Señor: Gracias por los dones que has puesto en nuestros corazones. Permite que cada día nos sensibilicemos más por la humanidad caída y seamos artífices en la proclamación de tu resurrección, con la convicción que también resucitaremos contigo en el tiempo postrero.

Un abrazo y bendiciones. 

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