viernes, 1 de febrero de 2013

Sin convicción ni valentía





—Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré. 
Mateo 26:33.


Lectura: Mateo 26:31-35;  69-75. Versículo del día: Mateo 26:33.

MEDITACIÓN DIARIA

Pedro dejándose llevar más por los impulsos  que por la fe en el Hijo de Dios, asume una posición falsa de fortaleza que no tenía aún y le declara al Señor que jamás lo abandonará.  Sin embargo, el Señor lo contradice: “—Te aseguro —le contestó Jesús— que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces” (v.34).
 Quizá condenemos a Pedro o lo critiquemos por no haber tenido el carácter suficiente de cumplir lo que había prometido.  Y es que no lo hizo una sola vez; lo reafirmó  incluso diciendo: “aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré” (v. 35).  Como dice la canción: “palabras, tan solo palabras”. Pedro habló sin saber lo que en realidad estaba diciendo y ni siquiera pasó un día sin que comprobara que sus intenciones se esfumarían al igual que sus palabras. Tal como el Señor lo pronosticó: lo negó tres veces antes de que el gallo cantara.
¿Cuántos hemos actuado al igual que Pedro? Y eso que estamos viviendo una época relativamente tranquila en el campo de la libertad de cultos.  Si no fuera así, muchos ya habrían salido corriendo y vociferando: “¡No sé de qué me hablan!”; “¡A ese Jesús ni lo conozco!”.  Sin embargo, para negar al Señor no necesitamos que haya o no libertad religiosa; simplemente lo negamos, cuando ni siquiera somos capaces de dar testimonio con nuestra propia vida; o cuando nos falta entereza para ser radicales en nuestras convicciones y nos dejamos llevar por la corriente. Meditemos sobre la lectura y no procedamos como lo hizo Pedro en aquella ocasión.

Padre celestial: Son tantas las bondades con las que nos has premiado, que no queremos darle la gloria a ningún otro sino solo a ti, con denuedo y coraje. Danos todo el poder de tu Santo Espíritu para ser capaces de reconocerte en todo lugar y momento, como el Salvador de nuestras vidas.

Un abrazo y bendiciones. 

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