domingo, 30 de septiembre de 2012

¡El glorioso día!



¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria!  Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero.  Su novia se ha preparado.  
 Apocalipsis 19:7.


Lectura diaria: Apocalipsis 19:1-10.  Versículo principal: Apocalipsis 19:7.

REFLEXIÓN

Toda mujer espera con ansiedad el día de su matrimonio y desea que la boda sea la más linda y agradable de todas.  Piensa en sus invitados, en su vestido, en su peinado, en la cena, el salón para el evento, etc. 
Si esto es para un matrimonio terrenal, ¿cómo será el más exclusivo de todos?  ¡El día de las bodas del Cordero con su iglesia no tendrá comparación alguna!  A su novia: “se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente” (v. 8), “Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero” (v. 9); “palabras verdaderas de Dios” (v. 9b).  y si de algo estoy segura, es que estaré allí.
Cuando el Señor tocó a la puerta de mi vida (Apocalipsis 3:20), y yo le dije: “Sigue Señor”; desde ese mismo instante me hizo una promesa: “entraré, y cenaré contigo y tú conmigo” (apropiándome el versículo).  Así que estoy convencida que seré partícipe de esa grandiosa cena y espero con gozo ese maravilloso día.  Pero, ¿si quiero estar ataviada con el lindo traje de lino fino y resplandeciente para recibir a mi Señor?  ¿Si me estoy preparando como debe ser, para ese gran acontecimiento?  Aquí en el versículo 8, hay un paréntesis que encierra lo siguiente: “el lino fino representa las acciones justas de los santos”.  La novia, su iglesia cada día debe añorar con más ansiedad este tiempo y estar lista para cuando llegue el momento exacto y presentarse como la más bella de las novias.  Que el Señor no nos coja desaliñadas y desorganizadas.  Estemos preparados todos como iglesia que somos para presentarnos a la cena de las bodas del Cordero sin tener nada de qué avergonzarnos.

Amado Señor Jesús: Permite que toda actitud que tengamos, esté encaminada a lucir ante ti como la más linda de las prometidas, engalanadas con el traje más fino y adornado con las buenas acciones que nos distinguen como tu iglesia: la novia que añoras.

Un abrazo y bendiciones.
 

sábado, 29 de septiembre de 2012

Hay que pensar para hablar



¿Te has fijado en los que hablan sin pensar?  ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así!   

Proverbios 29:20.


Lectura diaria: Proverbios 29:1-27.  Versículo principal: Proverbios 29:20.

REFLEXIÓN

Se dice que hay que pensar para hablar y no hablar para pensar.  Lo dicho, dicho queda y no hay marcha atrás.  El apóstol Santiago nos recomienda lo siguiente: “Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse” (Santiago 1:19).  En general, la persona airada no escucha razones y es ahí donde tiene que tener el mayor cuidado, porque puede airarse sin pecar; pero cuando le da rienda suelta a la lengua, puede herir profundamente y destruir quizá todo lo construido con las manos.  Santiago también dice más adelante que es difícil domar la lengua.  “Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal” (Santiago 3:8b), y así es.
Considero que se sabe con quién estamos al frente, cuando escuchamos sus palabras: “Porque cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla” (Proverbios 18:20).  Así que cuando se nos presenta un creyente, por sus palabras podemos saber mucho de él.  Es importante entonces, si los demás nos van a calibrar por lo que hablamos, aprender a ser prudentes y permitirnos escuchar más.  Un pastor decía con mucha sabiduría que por eso Dios nos había dado dos orejas y una lengua, con el fin de que escucháramos el doble de lo que habláramos. 
La prudencia es una virtud que debemos cultivar porque nos ayuda a reflexionar tanto sobre los actos como sobre las palabras.  No nos deja adelantar a los acontecimientos y muy seguramente nos permitirá tomar decisiones acertadas.  La Palabra del Señor es clave para adquirir sabiduría y “para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad” (Proverbios 1:3).
Aprendamos a pensar antes de proferir palabra alguna.  Propongámonos a no permitir que de nuestros labios salga una frase, sin antes digerirla y tener la certeza de que estamos obrando correctamente.  Si es un asomo que queremos decir porque supimos algo que nos causa dolor, vayamos primero a la presencia del Señor y pidámosle sabiduría para manejar la situación sin herir y dejarnos llevar por la situación.  ¡Frenemos nuestras palabras!

Amado Señor: ¡Cuántas veces queremos hablar y decir todo lo que nos molesta!  Permite que primero vayamos y te digamos lo que tenemos en el corazón para así recibir el descanso tuyo y tener la certeza que podemos dirigirnos a los que nos han ofendido con la capacidad de escucharlos y amarlos como es tu deseo.  Enséñanos a medir las palabras y a no hablar sin pensar lo que vamos a decir.

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Lo mejor es para el Señor



¡Maldito sea el tramposo que, teniendo un macho aceptable en su rebaño, se lo dedica al Señor y luego le ofrece un animal mutilado!  Porque yo soy el gran rey –dice el Señor Todopoderoso–, y temido es mi nombre entre las naciones.  
 Malaquías 1:14.


Lectura diaria: Malaquías 1:6-14.  Versículo principal: Malaquías 1:14.

REFLEXIÓN

En el Antiguo Testamento, Dios instruyó al pueblo de Israel a ofrecerle sacrificios principalmente con animales; pero para esto tenían que buscar el cordero o novillo más especial.  Con el correr de los años, a ellos ya no les importaba ofrecerle un macho aceptable y después cambiar de parecer al cambiarlo por uno cojo o tuerto.  “De Dios nadie se burla” (Gálatas 6:7), y es donde debemos poner todo nuestro entusiasmo y agradecimiento al Señor cuando le ofrecemos algo; por eso dice Eclesiastés: “No te apresures ni con la boca ni con la mente, a proferir ante Dios palabra alguna; él está en el cielo y tú estás en la tierra.  Mide pues, tus palabras”  y “Vale más no hacer votos que hacerlos y no cumplirlos” (Eclesiastés 5:2 y 5).  Así que si en tu corazón le ofreces a Dios una ofrenda de determinada cantidad y luego empiezas a pensar que era mucho, que no te alcanza, que sí, que no; es mejor abstenerse de hacerlo, porque es mejor no prometer que prometer algo que después no se va a cumplir.  A Dios nadie lo engaña y esto era lo que estaba haciendo el pueblo judío en época de Malaquías: “Y exclaman ‘¡Qué hastío!’  Y me tratan con desdén –dice el Señor Todopoderoso–.  ¿Y creen que voy a aceptar de sus manos los animales lesionados, cojos o enfermos que ustedes me traen como sacrificio? –dice el Señor–” (v. 13).  En otro aparte pregunta: “¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante?  ¿Creen que estaría contento con ustedes?  ¿Se ganarían su favor? –Dice el Señor Todopoderoso–” (v. 8c).   
No caigamos en el mismo error de ellos.  El culto al Señor debe ser espontáneo y sincero ¿Acaso Dios no es el Señor y Rey por excelencia y a quien le debemos el mayor respeto y pleitesía?  Hagámonos esa pregunta cada vez que le ofrezcamos algo a Dios; Él está por encima de reyes y gobernantes, así que lo mejor de lo mejor es para el Rey de reyes y Señor de señores.  Hacer lo contrario, nos puede acarrear maldición.

Amado Señor: Enséñanos a no apresurarnos ni con la boca ni con la mente a hacerte promesas que no podamos cumplir.  Permite que todo voto que te hagamos sea el más especial de nuestro corazón, para que tú lo recibas con agrado.

Un abrazo y bendiciones. 

jueves, 27 de septiembre de 2012

Ser buenos administradores



Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas.  
 Proverbios 27:23.


Lectura diaria: Proverbios 27:23-27.  Versículo principal: Proverbios 27:23.

REFLEXIÓN

El Señor nos llama a ser buenos administradores de todo cuanto tenemos o poseemos: del tiempo, de los talentos o dones, de los hijos, de los discípulos, del dinero, de los bienes, del cuerpo, de todo, absolutamente todo cuanto tengamos o llegue a nuestras manos.
Es indudable que aquí nos está haciendo referencia a la parte económica; pues el versículo que sigue dice: “Pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura” (v. 24).  Cuando se tiene una empresa o negocio cualquiera, hay que estar atento en su manejo; bien dice el adagio que: “El que tiene tienda que la atienda o si no que la venda”.  Es muy difícil pretender que se tenga éxito cuando no se da la importancia necesaria a lo que se nos ha encomendado.  Recordemos que aquí en la tierra, somos en todo momento simples administradores, porque nada de lo que creamos ser dueños, es nuestro.  Con frecuencia decimos: “mis hijos”; “mi casa”, “mi carro”, “mi finca”, “mi empresa”, etc. sin darnos cuenta que nada es nuestro.  Cualquier cosa que tengamos es por misericordia del Señor quien nos lo proveyó para que precisamente lo administremos bajo los parámetros suyos.
Volviendo a la parte financiera, el dinero es engañoso: “No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ella.  ¿Acaso has podido verlas?  ¡No existen!  Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas” (Proverbios 23:4-5).   Por eso es mejor llevar las cosas con calma y poco a poco con base en el trabajo honrado, practicando el no endeudamiento y el ahorro programado, ir construyendo lo que será la fuente para la vejez y a la vez para dejarles una herencia a los hijos.
El buen administrador recogerá a su tiempo el fruto de su cosecha, lo cual le servirá no solo para alimentar y sostener a los suyos, sino también para proveer y ser generoso con quienes trabajan a su lado (vv. 25-27 en la lectura).  Recordemos también que si el Señor nos da, no es para que solo pensemos en nosotros; hay que tener en cuenta al necesitado y en verdad, no es por si queremos es que se convierte en obligación ayudar al menesteroso. Pablo dice que eso es precisamente lo que ha ido haciendo con esmero (Gálatas 2:10).  Y es una demostración de que en verdad somos cristianos: “Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta” (Santiago 2:17).
Pongamos en práctica la buena administración si no queremos tener dolores de cabeza.  Si Dios ha puesto en nuestras manos un trabajo o una empresa, que la labor desempeñada allí sea digna de admiración y nos lleve a cosechar frutos no solo materiales sino de justicia y misericordia también.

Amado Dios: Hoy queremos entregarte todo lo que creemos poseer, para que simplemente nos permitas ser buenos administradores de lo que tú nos has encomendado.

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tu Nombre glorificado por siempre



¿Quién no te temerá, oh Señor?  ¿Quién no glorificará tu nombre?  Solo tú eres santo.  Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia.   
Apocalipsis 15:4.


Lectura diaria: Apocalipsis 15:1-8.  Versículo principal: Apocalipsis 15:4.

REFLEXIÓN

Al final de los tiempos cuando todo salga a la luz, no habrá ninguna nación ni ninguna persona que no glorifique el nombre del Señor.  Personalmente considero que el cielo será un sitio de alabanza y adoración completa a Dios; de hecho así lo vi en un sueño que Dios me regaló.  Allí entonaremos junto con los ángeles himnos y cánticos para exaltar la obra de Dios y adorar al Cordero inmolado, tal como lo hicieran los ángeles: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso.  Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones” (v. 3).
Sí, Señor; todas tus obras son maravillosas desde la creación del mundo; tu Nombre es imponente en toda la tierra (Salmo 8:1).  ¡Qué tristeza que éste no se halla detenido a ver tu creación!  Con los tiempos, las épocas y el avance cada día de la ciencia y la tecnología, el orgullo del hombre subió su ego y poca importancia le ha dado a quien es el Creador del universo.  Sin embargo, cuando todo haya sucedido y Dios haya hecho justicia aquí en la tierra, el hombre nuevamente reconocerá al que vive por los siglos de los siglos porque solamente: “tú eres santo.  Todas las naciones vendrán y te adorarán”, reconociendo al que era, al que es y al que ha de venir en gloria.

Amado Señor: Gracias porque tus caminos son justos y verdaderos; gracias porque tus obras son maravillosas y yo soy parte de esa creación.  Gracias porque puedo adorarte y ver tu gloria día a día.  ¡Permite Señor que tu pueblo jamás deje de exaltar tu Nombre!

Un abrazo y bendiciones.