Porque el Cordero que está en el trono los pastoreará y los guiará a fuentes de agua viva; y Dios les enjugará toda lágrima de sus ojos.Apocalipsis 7:17.
Lectura diaria: Apocalipsis
7:9-17. Versículo principal: Apocalipsis
7:17.
REFLEXIÓN
El Buen Pastor, Él que nos
conduce a verdes prados para descansar junto a tranquilas aguas (Salmo 23:2);
El que da su vida por las ovejas (Juan 10:11), es el mismo que estará esperándonos
para refrescarnos y consolarnos. El
apóstol Pablo con razón decía: “De hecho, considero que en nada se
comparan los sufrimientos actuales con
la gloria que habrá de revelarse en nosotros” (Romanos 8:18); Pablo sabía muy
bien en quien había creído y la ganancia que obtendría cuando partiera de este
mundo: “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Ahora bien, si seguir viviendo en este mundo
representa para mí un trabajo fructífero, ¿qué escogeré? ¡No lo sé!
Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con
Cristo, que es muchísimo mejor, pero por
el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo” (Filipenses
1:21-24). Esta es la seguridad que
debemos tener todos los creyentes: saber que si morimos vamos a disfrutar de
una mejor vida muchísimo mejor, directamente de la mano de Cristo.
Quizá sí, nos lleguen a embargar
sentimientos de tristeza por el apego a este mundo y por los seres queridos que
dejemos, pero “la gloria que habrá de revelarse” no se comparará con
absolutamente nada de lo vivido. “Devorará
a la muerte para siempre; el Señor omnipotente enjugará las lágrimas de todo
rostro” (Isaías 25:8). El solo hecho de
que Dios sea el que seque las lágrimas es una muestra de hasta dónde su amor
nos cobijará.
A ti amigo que lees este
devocional y has querido entregarle tu vida a Jesús, pero no te has decidido,
te repito las mismas palabras del Señor: “Si –supieras lo que Dios puede dar, y
conocieras al que te está pidiendo agua –contestó Jesús–, tú le habrías pedido
a él, y él te habría dado agua que da vida” (Juan 4:10); “Pero el que beba del
agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa
agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” (Juan 4:14). Acepta esa agua que Jesús te ofrece.
Señor Dios Rey celestial: ¡Cuántas
cosas haces por nosotros sin ni siquiera decir que lo merecemos! Solo tu infinito amor nos permite gozar en
esta vida de tus grandes bendiciones, mientras esperamos la gloriosa partida para
deleitarnos en tu presencia.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario