¡Maldito sea el tramposo que, teniendo un macho aceptable en su rebaño, se lo dedica al Señor y luego le ofrece un animal mutilado! Porque yo soy el gran rey –dice el Señor Todopoderoso–, y temido es mi nombre entre las naciones.Malaquías 1:14.
Lectura diaria: Malaquías
1:6-14. Versículo principal: Malaquías
1:14.
REFLEXIÓN
En el Antiguo Testamento, Dios
instruyó al pueblo de Israel a ofrecerle sacrificios principalmente con
animales; pero para esto tenían que buscar el cordero o novillo más
especial. Con el correr de los años, a
ellos ya no les importaba ofrecerle un macho aceptable y después cambiar de
parecer al cambiarlo por uno cojo o tuerto.
“De Dios nadie se burla” (Gálatas 6:7), y es donde debemos poner todo
nuestro entusiasmo y agradecimiento al Señor cuando le ofrecemos algo; por eso
dice Eclesiastés: “No te apresures ni con la boca ni con la mente, a proferir
ante Dios palabra alguna; él está en el cielo y tú estás en la tierra. Mide pues, tus palabras” y “Vale más no hacer votos que hacerlos y no
cumplirlos” (Eclesiastés 5:2 y 5). Así
que si en tu corazón le ofreces a Dios una ofrenda de determinada cantidad y
luego empiezas a pensar que era mucho, que no te alcanza, que sí, que no; es
mejor abstenerse de hacerlo, porque es mejor no prometer que prometer algo que
después no se va a cumplir. A Dios nadie
lo engaña y esto era lo que estaba haciendo el pueblo judío en época de
Malaquías: “Y exclaman ‘¡Qué hastío!’ Y
me tratan con desdén –dice el Señor Todopoderoso–. ¿Y creen que voy a aceptar de sus manos los
animales lesionados, cojos o enfermos que ustedes me traen como sacrificio? –dice
el Señor–” (v. 13). En otro aparte
pregunta: “¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante? ¿Creen que estaría contento con ustedes? ¿Se ganarían su favor? –Dice el Señor
Todopoderoso–” (v. 8c).
No caigamos en el mismo error de
ellos. El culto al Señor debe ser espontáneo
y sincero ¿Acaso Dios no es el Señor y Rey por excelencia y a quien le debemos
el mayor respeto y pleitesía? Hagámonos
esa pregunta cada vez que le ofrezcamos algo a Dios; Él está por encima de
reyes y gobernantes, así que lo mejor de lo mejor es para el Rey de reyes y
Señor de señores. Hacer lo contrario, nos puede acarrear maldición.
Amado Señor: Enséñanos a no
apresurarnos ni con la boca ni con la mente a hacerte promesas que no podamos
cumplir. Permite que todo voto que te
hagamos sea el más especial de nuestro corazón, para que tú lo recibas con
agrado.
Un abrazo y bendiciones.
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