viernes, 14 de septiembre de 2012

Sin descuidar lo que tiene gran valor



Vengo pronto.  Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite la corona.  
 Apocalipsis 3:11.


Lectura diaria: Apocalipsis 3:7-13.  Versículo principal: Apocalipsis 3:11.

REFLEXIÓN

La señora Evelina Saint de Jiménez, de Argentina, dice en uno de los devocionales que están en mi Biblia que: “Lo urgente rara vez es importante y lo importante rara vez es urgente” y que “corriendo detrás de los ‘urgentes’, descuidamos lo que es importante”.  Qué palabras tan ciertas.  Me pregunto: ¿Hasta dónde se convierte lo urgente en importante y lo que importa en urgencia?  Quizá descuidamos lo verdaderamente importante para darle paso a otras cosas que llamamos ‘urgentes’, solamente porque digamos, en el caso de un trabajo no hemos aprendido a delegar o administrar el tiempo como debe ser.  Personalmente, y es una apreciación muy mía, considero que cuando se antepone un trabajo a la familia, estamos alterando los papeles.
De igual manera nos sucede en nuestra relación con el Señor: si primero está el corre-corre de un lado para otro, afanados por los quehaceres diarios sin tener en cuenta la importancia de esa relación  que nos lleve a leer su Palabra, a orar y a practicar lo aprendido, creo que vamos por el camino equivocado. ¿Qué tenemos que hacer?    Un alto en el camino y volver a poner en orden las prioridades.  Tal vez levantarnos más temprano, para tener antes de empezar el día, un tiempo con Dios.  Posiblemente, ser mejores administradores en la labor desarrollada para poder dedicarle el tiempo necesario a la familia.  Lo correcto es buscar estrategias que nos lleven a desarrollar lo impuesto, sin necesidad de dejar a un lado lo importante.
Si sabemos el valor de lo que tenemos, debemos agarrarnos fuertemente a ello.  “Vengo pronto” dice el Señor, “Aférrate a lo que tienes para que nadie te quite la corona”.  Si lo hacemos al modo de Dios, miremos lo que se nos dice: “Ya que has guardado mi mandato de ser constante, yo por mi parte te guardaré de la hora de tentación que vendrá sobre el mundo” (v. 10).  Simplemente no soltemos lo que tenemos; más bien, cada día caminemos  afianzándonos fuertemente, esperando la gloriosa venida de nuestro amado Señor Jesucristo.

Padre celestial: Danos la sabiduría necesaria para no perder de vista lo prioritario en nuestras vidas.  Ayúdanos también a no perder la visión del pronto regreso de tu Hijo Jesús para que nadie nos vaya a arrebatar la corona que ya tenemos ganada.

Un abrazo y bendiciones.

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