lunes, 24 de septiembre de 2012

El hogar cimentado en amor



Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos.  Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros.  
 Proverbios 24:3-4.


Lectura diaria: Proverbios 24:1-34.  Versículos principales: Proverbios 24:3-4.

REFLEXIÓN

El “Hogar dulce hogar”, no se construye así no más.  Si bien es cierto que anteriormente lo que menos se hacía era planear un hogar, ahora nosotros, los creyentes como agentes de cambio tenemos que cultivar en las nuevas generaciones, hogares cimentados en la Palabra de Dios, que es la fuente de toda sabiduría.
Qué bonito sería que los muchachos y las niñas le presentaran al Señor una lista de las virtudes que desean, tengan sus respectivos cónyuges y   todos los días estuvieran orando por ese hombre o mujer que Dios les tiene guardado.
Se dice que para lo que menos nos preparamos es para llevar un hogar y mucho menos todavía para ser padres.  Sin embargo, la pareja creyente tiene muchas cosas a favor porque ya conoce lo que Dios desea de cada uno y puede acogerse a la oración que junto con las Escrituras, guiarán a formar el matrimonio con mínimas posibilidades de que se derrumbe fácilmente.
Los tesoros de todo hogar son los hijos y el versículo 4 señala que: “con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros”.  Hay que saberlos educar y llevar por el camino de Dios para que en verdad, estos tesoros resplandezcan y sean apetecidos por cuantos los conozcan.  La disciplina con amor trae buenos resultados, porque los niños entienden que se están corrigiendo para que aprendan obediencia y respeto.  “No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá.  Dale unos buenos azotes y así lo librarás del sepulcro” (Proverbios 23:13-14); “La vara de la disciplina imparte sabiduría” (Proverbios 29:15).  Esto no quiere decir que se les castigue llenos de ira porque de este modo no se logra nada.  También hay un llamado para los padres: “Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor” (Efesios 6:4); también dice: “Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen” (Colosenses 3:21).  Definitivamente no es tarea fácil; hay que pedir mucha sabiduría a Dios para lograr los objetivos en la crianza de los hijos.  Y una cosa segura: Si la Biblia que es el “Manual del hombre”, dice que debemos disciplinarlos con vara, es porque así es.  Dios no se equivoca en sus mandatos y menos cuando tiene que ver con algo tan preciado como son los hijos.  Nunca olvidemos el Proverbio de: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará” (Proverbios 22:6).
¡Nosotras las mujeres sí que tenemos una labor al respecto!  Porque: “La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye”.  La influencia de la mujer en el hogar es básica para su construcción y desarrollo.  Ella no solamente por su naturaleza es la encargada de dar amor, protección y consentimiento a sus hijos, sino también de ser el apoyo y columna al lado de su esposo.   

Amado Señor: Gracias porque te tenemos a ti y tenemos tu bendita Palabra para poder cimentar nuestros hogares en el amor, el respeto y la tolerancia donde tú seas el centro de esas relaciones para que redunde en hogares fructíferos, como los que anhelas de tus hijos.

Un abrazo y bendiciones.

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