sábado, 30 de abril de 2011

Las promesas se ractivan por fe

Ante la promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios, plenamente convencido de que Dios tenía poder para cumplir lo que había prometido.
Romanos 4:20-21.


Lectura del día: Romanos 4:16-25. Versículos para memorizar: Romanos 4:20-21.


ENSEÑANZA


En una ocasión cuando estábamos pasando por un desierto bien árido, visité una líder espiritual de mi iglesia y yo le comentaba que el Señor me había dado muchas promesas de restauración pero que no veía por ningún lado que éstas llegaran; al revés, parecía como si más bien, cada día se voltearan las situaciones inesperadamente, al punto de perder lo que inclusive considerábamos ganado. Recuerdo que aquella mujer me mostró el pasaje que hoy les estoy compartiendo preguntándome si yo en realidad creía o vacilaba.

Tomando como ejemplo a Abraham, vemos que él aunque no vio lo prometido creyó e incluso esto se le tomó por justicia (v. 3). Si nos ponemos en su lugar, cuando Dios le dijo que sería padre de muchas naciones (Gé. 12:2-3), siendo un hombre ya viejo y su esposa Sara también, era difícil de creer. ¿Cómo sucedería tal acontecimiento? Para Dios no hay nada imposible (Lc. 1:37), y este hombre sencillo y humilde le creyó simplemente a Dios. Abraham se convirtió en el padre de las tres grandes religiones monoteístas: judía, cristiana y musulmana. No lo llegó a ver pero “creyó en el Dios que da vida a los muertos, y que llama a las cosas que no son como si ya existieran” (v. 17b).

La verdad, es que estos versículos sirvieron mucho para que mi débil fe se reactivara y creer que a pesar de ver oscuridad, Dios tenía detrás de ese telón una gran luz que resplandecería mi vida. Es muy cierto: las promesas se reactivan por la fe. Te invito a que lo compruebes por sí mismo(a). Tenemos que tener la seguridad de que Dios no miente y sus promesas serán siempre “Sí” y “Amén”.

¿Quieres conocer a ese Dios que cumple lo que promete? El prometió un redentor para la humanidad caída y lo cumplió: Jesucristo es la viva promesa hecha realidad; con Él, vas a tener la salvación y un modo de vida donde cada día se convertirá en una experiencia maravillosa a su lado. Si deseas, podemos orarle a Jesús para que le conozcas y empieces a gozar de sus promesas.

Señor Jesucristo: Yo te necesito, te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Perdona mis pecados y enséñame a vivir contigo de la manera que sea la mejor para mí. Gracias por venir a morar conmigo y por perdonarme. Ahora quiero andar a tu lado y aprender de ti de acuerdo a tu Palabra. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 29 de abril de 2011

La fe en Jesucristo nos justifica

Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen.
Romanos 3:22.


Lectura diaria: Romanos 3:21-31. Versículo para memorizar: Romanos 3:22.


ENSEÑANZA


Dice la Biblia que todos, sin distinción alguna hemos pecado y por consiguiente estamos privados de la gloria de Dios (v. 23). Sin embargo, por la gracia de Dios somos justificados gratuitamente por medio de la redención dada a través de Jesucristo; su sangre derramada ofrecida en el sacrificio expiatorio por toda la humanidad manifiesta su justicia (vv. 24-26). Aquí encontramos el verdadero valor de ser cristiano: aceptar personalmente el sacrificio del Señor en la cruz. No fue cualquier muerte, fue una cruenta e inhumana muerte; la más denigrante de aquella época. Ya no era a través de un carnero o cordero sino la del mismo Hijo de Dios. La manera más sublime de Dios Padre, de demostrar al mundo su amor. Quizá el tiempo de cuaresma y de Semana Santa, se conviertan en algo litúrgico y repetitivo sin detenernos a pensar qué fue lo que realmente sucedió y por qué. El Señor no quedó tan bonito y entero como nos lo pintan o vemos en un crucifijo. En Él no quedó figura humana; “Él fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades, sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Is. 53:5). Fuimos comprados con sangre y no cualquier sangre, la sangre del Hijo de Dios. Entender este misterio, es entender lo que significa la salvación; es saber que nos encontramos en el período de la gracia y que solo nos basta con reconocer este hecho para alcanzar la vida eterna.

Si deseas que el Señor Jesucristo te justifique, con una corta oración puedes entregarle tu vida. Oremos:


Señor Jesucristo: yo te necesito; sé que he pecado de muchas maneras pero ahora entiendo que ya pagaste por mí y tu bendita sangre me limpia de todas mis culpas y me justifica. Te abro la puerta de mi corazón y te recibo como mi suficiente Señor y Salvador. Perdona mis pecados y haz conmigo la persona que deseas que yo sea. Gracias Jesús por hacerlo y por darme la oportunidad de vivir contigo la maravillosa experiencia de la salvación. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

jueves, 28 de abril de 2011

La imparcialidad de Dios

Con Dios no hay favoritismos.
Romanos 2:11.


Lectura diaria: Romanos 2:1-24. Versículo para memorizar: Romanos 2:11.


ENSEÑANZA


Puesto que con Dios no hay favoritismos y todos ante Él somos iguales, debemos tener cuidado con la arrogancia y creer que porque conocemos el evangelio, somos más que los demás. ¡De ninguna manera! No estamos exentos de caer, por eso no debemos juzgar: “Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas” (v. 1). No podemos desconocer la bondad de Dios deseando que todos lleguen al arrepentimiento; Él es un Dios compasivo, tolerante y paciente (v. 4). Continúa Pablo en su carta a los Romanos diciendo que si acaso enseñamos a otros, ¿no aprendemos también? (v. 21) ¡Absolutamente! El que enseña aprende doble, dice el refrán y más tratándose de la ética cristiana, pues en últimas nunca dejamos de aprender porque la Palabra de Dios es inagotable y el Espíritu Santo siempre está ahí presente para dirigir y redargüir. Ahora bien, si contradecimos lo que enseñamos nos convertimos en mentirosos y llegamos a ser piedra de tropiezo para otros. Debemos ser muy cuidadosos en la materia, puesto que nuestro testimonio de vida es fundamental para los inconversos; de otra manera estaríamos blasfemando el nombre de Dios. Tampoco quiere decir lo anterior, que seamos infalibles y nunca pequemos, sería una mentira decirlo; gracias a Dios tenemos la confesión como medio de sustitución (1 Jn. 1:9). Lo importante es no hacerle cama al pecado. Recién convertida al Señor me enseñaron lo que se llamaba “la respiración espiritual”. “La respiración espiritual, como la respiración física”, dijo el doctor Bill Bright, fundador de Cruzada Estudiantil para Cristo, “es un proceso de exhalar lo impuro e inhalar lo puro, un ejercicio en la fe que lo capacita para que experimente el amor y el perdón de Dios y para que ande en el Espíritu como un modo de vida”. Al confesar nuestros pecados en oración al Señor, estamos exhalando eso que nos hace daño e inhalamos, al pedirle al Espíritu Santo que retome el control de nuestra vida y nos dé el poder para no pecar más. Esa inhalación es el oxígeno que nos permite vivir espiritualmente. Hay que aprender a utilizar este proceso para desechar lo malo y retener lo bueno en nuestro andar cristiano y durante ese andar, entender que para Dios no existe exención de personas. El Señor está presto a brindar su amor y compasión a quien se acerque a Él. Si nunca has tenido la oportunidad de conocerle y experimentar la vida con propósito que ofrece, te invito a orar así:


Amado Jesús: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Ven a mí, perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo; por perdonarme y limpiarme de mi maldad, y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu para conducirme correctamente. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 27 de abril de 2011

La ira de Dios

Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia en los seres humanos, que con su maldad destruyen la verdad.
Romanos 1:18.


Lectura diaria: Romanos 1:16-32. Versículo para memorizar: Romanos 1:18.


ENSEÑANZA


Ayer les hablaba sobre el corazón endurecido y el devocional de hoy puede ser su complemento. Yo les decía que así me tildaran de dramática, esa era mi percepción. Con el devocional del día, les confirmo claramente que así es y les voy a demostrar con Palabra de Dios. En la lectura vemos que Dios nos ha hablado desde un comienzo por medio de la creación; sus obras “se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa” (v. 20). A pesar de ello, el hombre se olvidó de Él y ni le glorifica ni le da gracias; al contrario, volteó sus ojos neciamente “y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los réptiles” Adoraron y sirvieron a lo creado antes que al Creador (vv. 23 y 25). Dice la Biblia, que por esto, “Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual” (v. 24); “En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales, por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros” (vv. 26-27). Y no solamente el hombre comete impurezas sexuales sino que también “Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados” (vv. 29-31).

Simplemente, analicemos y concienticémonos sobre cuál es nuestra conducta. Gracias a Dios, en Jesucristo tenemos el perdón de pecados y Él no solo puede restaurar nuestras vidas, sino también la tierra. El Señor vino a morir por toda esa maldad que se encuentra arraigada en el hombre. Si tu deseo es cambiar el modo de tu vida y empezar a llevar una vida con propósito cubierta por Jesús, te invito a orar conmigo de la siguiente manera:


Señor Jesucristo: Acepto que soy pecador y que necesito de ti. Ven a mi corazón y hazme conforme a tu voluntad. Te acepto como mi Señor y Salvador y quiero empezar de nuevo contigo. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y enseñarme a vivir de acuerdo a lo estipulado en tu Palabra. Gracias también por darme la vida eterna. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

martes, 26 de abril de 2011

El corazón endurecido

Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.
Hechos 28:27.


Lectura diaria: Hechos 28:17-31. Versículo para memorizar: Hechos 28:27.


ENSEÑANZA


Escuchando las noticias de mi país, sobre tanta calamidad y desolación que ha dejado el invierno a lo largo de todo el territorio, retomé las palabras de una señora de edad avanzada que no es cristiana, o si lo es, no lo sé: “Creo que todo esto está sucediendo porque aquí ya no se permite en los colegios y escuelas hablar de Dios y cada día la gente está más alejada de Él”. Muchos me tildarán de dramática o de fanática, pero considero personalmente que Dios nos está pasando factura por tanta maldad e indiferencia. No se puede decir que la mayoría de habitantes de Colombia no han escuchado el mensaje de las “buenas nuevas” porque nos estaríamos engañando. En casi toda nuestra nación especialmente en las ciudades capitales se ha proclamado el evangelio pero como dice el versículo de estudio: “el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible”; ya son tantos los secuestros, asesinatos, robos, peculados y corrupción, que tal pareciera que nos hemos acostumbrado a ellos, de y pasan al igual que cualquier otra noticia. Si a esto le sumamos la indiferencia de los padres, instituciones educativas y leyes que se promulgan no de libertad sino de libertinaje para el ciudadano donde “Dios está allá y yo aquí” pero nada más, ¿qué podemos esperar de los niños y jóvenes que van creciendo en medio de esta sociedad? Siguen el ejemplo de sus mayores buscando el dinero fácil, sin conciencia ni responsabilidad alguna. Unos lo buscarán a través del narcotráfico, otros de grupos alzados y otros de cuello más estirado a través de la política donde ven la caja de pandora, lista para desocupar.

Es hora de concientizarnos y nosotros los cristianos seguir proclamando al único que puede cambiar y hacer de nuevo a la persona pecadora: Jesucristo; para que se les ablande el corazón, se conviertan y el Señor sane sus vidas y la tierra vuelva a florecer.


Si deseas abrirle tu corazón a Jesús y convertirte a Él, te invito a orar así:


Señor Jesucristo: confieso que soy pecador y te pido perdón por ello. Te abro la puerta de mi vida y te acepto como mi Señor y Salvador. Toma el control y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme; y por permitir que hoy entienda el mensaje de redención para mí. En tu nombre Jesús, amén


Un abrazo y bendiciones.