domingo, 3 de abril de 2011

¡Cuán imponentes son tus obras!

Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos!
Salmo 91:5.


Lectura del día: Salmo 91:1-15. Versículo para memorizar: Salmo 91:5.


ENSEÑANZA


Recibí un correo magnífico sobre el universo que nosotros ni siquiera nos imaginamos. ¡Qué belleza! Sólo pude exclamar como el salmista: “Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: ¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano para que lo tomes en cuenta?” (Sal. 8:3-4). Ese correo nos lleva a preguntarnos también ¿por qué no disfrutamos más la vida, si es un regalo hermoso de Dios? Él nos maravilla cada día más con su amor, perdón, misericordia y como si fuera poco, deleitando toda la naturaleza que ha puesto a nuestros píes. Somos algo tan minúsculo en medio del universo y a la vez, algo tan especial dentro de la creación de Dios, que es difícil de explicar ¿por qué Dios nos miró con tan buenos ojos? Simplemente porque somos su creación perfecta; simplemente porque nos ama tanto que no le importó después de haber caído la humanidad, habernos dado a su propio Hijo para pagar por nosotros. Este es el mensaje: un mensaje de reflexión dónde podamos darnos cuenta de su grandeza y poder y volteemos los ojos hacia Él. No podemos seguir ahí, como un ente más. Si Dios puso tanto énfasis en el hombre, debemos aceptar su amor y privilegio y entender qué es lo que quiere de nosotros. “Él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 P. 3:9b). No entendemos la mente de Cristo ni la profundidad de sus pensamientos, pero tenemos a la mano el Manual del fabricante (Biblia), donde podemos encontrar su voluntad para el género humano. ¡Busquémosle! Es fácil encontrarlo.


Si lo deseas puedo guiarte con esta oración:


Señor Jesucristo: Confieso que soy pecador y me arrepiento por ello. Te acepto en mi vida como mi suficiente Señor y Salvador; toma el control de ella y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonar mis pecados y darme contigo la salvación, junto con una nueva vida donde pueda exaltar tus proezas y maravillas. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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