viernes, 15 de abril de 2011

La alabanza que produce resultados asombrosos

–Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos –le contestaron.
Hechos 16:31.


Lectura diaria: Hechos 16:16-40. Versículo para memorizar; Hechos 16:31.


ENSEÑANZA


Aquí vemos dos cosas importantes: el poder que tiene la alabanza para desatar incluso cadenas verdaderas como cuando Pablo y Silas estaban en la cárcel. Lo segundo es notar como ante lo inesperado o cuando todos creen que ya no hay nada que hacer, Dios actúa de un modo asombroso de tal manera que los que están a nuestro lado tienen que reconocer la mano de Dios actuando. Pablo y Silas, orando y alabando al Señor rompieron toda la obra que Satanás quería mandar sobre estos siervos fieles al punto que se produjo un terremoto y todas las puertas se abrieron junto con las cadenas que tenían los presos. Como los dos apóstoles habían sido recomendados de manera especial, el carcelero tuvo miedo de su vida y quiso matarse pero Pablo lo calmó diciéndole: “–¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí!”. (v. 28). Ante semejante hecho al carcelero no le quedó más que reconocer algo superior en ellos y preguntarles –Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo? Dios utiliza muchos medios para llegar a las personas y las lleva al punto en que tienen que doblarse y reconocerle como el Dios verdadero. Aprendamos a través de la lectura del día a conocer el secreto de la alabanza para lograr lo que parece imposible y a desatar las bendiciones que pensamos no van a llegar a nuestras vidas. Aprendamos también a no dejar pasar cualquier situación por pequeña que parezca para hablarles a aquellos que no creen y mostrarles la grandeza de nuestro Dios.

Es también para ti este mensaje de salvación: “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos”. No sólo el Señor te ofrece la salvación personal, sino que de paso te hace la promesa de que tu familia llegará a su píes. ¿Deseas que esto suceda? Primero tienes que empezar por aceptarle tú. Podemos orar así:

Señor Jesús: No necesito de un grandioso milagro que me vislumbre para creer en ti. Hoy reconozco que soy pecador y te pido perdón por ello. Ven a mi vida y sé mi Señor y Salvador personal. Gracias por venir a morar conmigo y por perdonarme. Gracias por darme la vida eterna y por la promesa que tienes respecto a mi familia. Desde ahora te la entrego para que les muestres a ellos todo tu poder y gloria. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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