martes, 12 de abril de 2011

Custionamientos en busca de la perfección

Quiero triunfar en el camino de perfección.
Salmo 101:2.


Lectura diaria: Salmo 101:1-8. Versículo para memorizar: Salmo 101.2.


ENSEÑANZA


Todo cristiano está llamado a buscar la perfección. En definitiva esto es lo que agrada a Dios: que sus hijos vivan en santidad. Sin embargo, cuán fácil es alejarnos de ella. De acuerdo al Salmo del día, reflexionemos sobre los siguientes versículos y preguntémonos: “Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón” (v. 2b). Donde primero debemos dar testimonio y ser luz es en nuestro hogar. ¿Sí estamos haciendo lo correcto en nuestra casa? ¿Somos sal, luz y levadura allí? ¿Somos la esposa(o) o hijo(a) ejemplar que Dios requiere de mí? ¿O soy supuestamente luz en la iglesia y por fuera, pero en mi hogar actúo como demonio? ¿Qué ejemplo les estoy dando a mis hijos? Recordemos que nuestra Jerusalén es el hogar y es a donde primero nos manda el Señor a ser testigos (Hch. 1:8).

“No me pondré como meta nada en que haya perversidad”, “Alejaré de mí toda intención perversa; no tendrá cabida en mí la maldad” (vv. 3a y 4). ¿De verdad deseamos el bien del prójimo? O al contrario, ¿nos portamos hipócritamente porque la envidia no nos deja? ¿Nuestro proceder ante el trabajo es honesto? O ¿despilfarramos y cogemos lo no debido porque para eso la empresa tiene plata? ¿Cumplimos con nuestros deberes como buenos ciudadanos? ¿Oramos por los gobernantes? ¿Acatamos la autoridad, así esté reflejada en un semáforo?

“Las acciones de gente desleal las aborrezco; no tendrán nada que ver conmigo” (v. 3b). ¿Somos radicales y firmes cuando un compañero de trabajo o amigo(a) nos induce por mal camino? ¿Nos queda fácil decir “no” cuando todos los demás dicen “sí? ¿O nos dejamos llevar por la corriente?

“Al que en secreto calumnie a su prójimo, lo haré callar para siempre” (v. 5). ¡Qué difícil de manejar este punto! Desafortunadamente nuestros oídos están muy listos para escuchar “chismes” y nuestra lengua para agrandarlos. Por algo dice el apóstol Santiago que quien domina la lengua domina todo su cuerpo (Stg. 3:2). ¿Nos proponemos en algo a domar la lengua? ¿Al menos hacemos el intento? Busquemos la ayuda del Espíritu Santo quien nos da el fruto del dominio propio (Gál. 5:22), y aprendamos a callar.

“Jamás habitará bajo mi techo nadie que practique el engaño; jamás prevalecerá en mi presencia nadie que hable con falsedad” (v. 7). ¿Acepto el fraude como algo normal? ¿Yo mismo(a) practico el soborno y las dádivas indebidas para favorecerme? ¿Estoy tan acostumbrado a las mentiras que una más no importa?

No crean que soy perfecta, soy la primera a quien el Señor ministra en los devocionales. ¡Yo también tengo mucho que aprender! Aún así, deseo anunciarte las buenas nuevas respecto al Señor Jesús en quien tenemos el perdón de pecados, Él puede ir cambiando tu vida y moldeándote hasta alcanzar la perfección que desea de ti. Todos los que le hemos recibido estamos en ese proceso. ¿Deseas aceptarlo en tu vida? Te puedo guiar así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Reconozco que soy pecador y te pido perdón por ello. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonarme y darme la salvación. Gracias por darme también todo el poder de tu Santo Espíritu para aprender a vivir como persona íntegra. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: