martes, 19 de abril de 2011

Aprendiendo del dar y del recibir

Recordando las palabras de Señor Jesús: Hay más dicha en dar que en recibir.
Hechos 20:35b.


Lectura diaria: Hechos 20:32-38. Versículo para memorizar: Hechos 20:35b.


ENSEÑANZA


Si el Señor mismo dijo que había más dicha en dar que en recibir es porque así es. Mi propia experiencia me ha demostrado la satisfacción que se siente cuando damos u ofrecemos algo con el mayor de los gustos. Como testimonio puedo contar que nunca me ha sido difícil dar; en lo que sí he tenido que aprender es en recibir. El Señor me ha mostrado que como no se me dificulta el dar, entonces tengo que practicar el recibir. En una ocasión cuando me sentía avergonzada de recibir alguna dádiva, alguien me enseñó que con mi proceder estaba robando la bendición de la persona que a la vez me quería bendecir a mí. Desde entonces recibo todo lo que a bien me quieren ofrecer sabiendo que por esa actitud Dios le bendecirá el triple a esa persona. Considero que tanto a unos como a otros se nos dificulta alguna de las dos opciones, entonces, es el Señor el que empieza a darnos lecciones de humildad por un lado y de generosidad por el otro. Además, se puede decir que la persona que no está acostumbrada a dar, al ver las dádivas que el Señor le regala a menudo, se va concientizando sobre el gozo de dar y puede empezar a practicarlo también. Un ejemplo: si en una iglesia se sabe de un feligrés que está pasando una mala situación económica y se le da un mercado, este aprende poco a poco lo que es dar porque el Señor mismo se encarga de exhortarlo y llegará el momento en que por su propia disposición se desprenda de lo material y empiece a practicar el dar con regocijo. Dios utiliza muchísimas situaciones para instruirnos en el dar y en el recibir. En una revista vi una frase que impacta: “nadie es tan pobre que no tenga nada que ofrecer”, y es muy cierto. ¿Qué tienes hoy para ofrecerle a tu prójimo? O ¿qué estás dispuesto a recibir hoy?

Lo importante es ser muy objetivos y darnos cuenta en qué fallamos para que con la ayuda del Espíritu Santo podamos sacar avante aquel campo en el que somos débiles. Si a ti te queda difícil alguna de estas dos situaciones o incluso ambas y nunca has conocido de Jesús, te invito a que le conozcas permitiéndole entrar en tu vida para que Él demuestre en ti todo su poder y te cambie. Podemos orar así:


Señor Jesucristo: reconozco que soy pecador y me arrepiento por ello. Hoy te recibo como mi Señor y Salvador personal. Te pido que vengas y tomes el control de mi vida para que hagas de mí la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo; gracias por perdonarme y limpiarme; gracias por darme la salvación; y gracias por enseñarme a dar y recibir de la manera que te agrada. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: