jueves, 14 de abril de 2011

Nunca perder la gratitud

Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
Salmo 103:2.


Lectura diaria: Salmo 103:1-22. Versículo para memorizar: Salmo 103:2.


ENSEÑANZA


Si humanamente nos gusta la gente agradecida, con mayor razón me imagino que Dios se alegrará cada vez que volteamos nuestro corazón hacia Él, agradeciéndole tantos favores recibidos. Es bonito y reconfortante encontrar corazones agradecidos. ¡Tenemos tanto por qué dar gracias! El hecho de estar respirando en este momento es un motivo. El tener unos ojos para ver, unos labios para hablar, unos brazos para abrazar y unas manos para partir el pan de cada día, son algunas de las múltiples bendiciones de las que gozamos diariamente y muy seguramente nos pasan inadvertidas. ¡Personalmente tengo tanto por agradecerle a mi Señor! Ha perdonado todos mis pecados y sanado todas mis dolencias. Exactamente como lo dice el versículo 3, así es. Él rescató mi vida del sepulcro y me ha cubierto con su amor y compasión (v.4). Él, cada día me muestra más su benevolencia, ha permitido que salgamos nuevamente a flote y cada una de sus promesas de restauración se ha venido cumpliendo a cabalidad (v. 5a). Incluso nuevas fuerzas infunde sobre mí. Me trata al igual que águila que vuela sin fatigarse ni cansarse porque vive renovando mis fuerzas de manera que florezca nuevamente (v.5b). ¡Cómo no darle gracias al Señor si su compasión y clemencia va en aumento, sin tener en cuenta lo débil que soy y que caigo al igual que los demás! (vv. 8-10) Mis transgresiones están tan lejos como lo está el oriente del occidente (v.12). ¡Gracias Señor! Pase lo que pase siempre estarás a mi lado resguardándome y cuidándome como a la niña de tus ojos porque tu amor es eterno y jamás cambiará (v. 17). ¡Cómo no alabarte Señor! ¡Si todos tus ejércitos y todos tus siervos te adoran y te alaban! (v. 21) Entonces, ¿por qué yo no?

Hay muchísimo más que un motivo para alabar al Señor y darle gracias por todos sus beneficios. ¡Alabémosle continuamente! Nunca dejemos de reconocer su nombre y seamos agradecidos con Él.


Es importante que tú conozcas al autor de la vida; al que creó los cielos y la tierra y estaba en el seno del Padre y era el Verbo desde el comienzo (Jn. 1:1-4); “el que es y que era y que ha de venir”: al Señor Jesucristo (Ap. 1:8). Si deseas hacerlo te invito a orar conmigo:

Señor Jesucristo: Te abro la puerta de mi vida para que entres en ella y me hagas la persona que quieres que yo sea. Sé que soy pecador y te pido perdón por ello. Por favor perdóname y enséñame a vivir con un corazón agradecido siempre hacia ti. Quiero conocerte y que seas el eje de mi vida. Guíame por la senda correcta y hazme saber que siempre estás conmigo. Gracias Señor por hacerlo; gracias por darme la oportunidad de conocerte; gracias por la nueva vida que me das y sobre todo, gracias por darme la salvación. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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