viernes, 30 de noviembre de 2012

Dios es nuestro refugio y fortaleza



Yo le digo al Señor: ‘Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.  
 Salmo 91:2.


Lectura diaria: Salmo 91:1-16.  Versículo principal: Salmo 91:2.

REFLEXIÓN

Los cristianos tenemos la mejor vara para sostenernos: al Señor Jesús.  Por eso volteamos los ojos para decirle que confiamos en Él.  “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia”. Salmo 46:1. Él que nos hizo y nos formó en el vientre materno sabe y conoce como nadie más, quiénes y cómo somos: “Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando,
 aunque no existía uno solo de ellos” (Salmo 139:16). 
Como testimonio ante la crisis por la enfermedad que padecí hace tres meses, me decía : “El Señor conoce todo mi cuerpo porque él me diseñó; mis días ya están escritos, pero Señor Tú eres clemente y compasivo, Tu escuchaste la oración del rey Ezequías cuando iba a morir y le concediste más años de vida; yo te pido lo mismo”. Efectivamente como todos lo supieron el Señor me levantó y es algo que no puedo parar de contarlo porque vi personalmente su grandeza y poder.

Pero ahora Señor: Perdona que vuelva a molestarte. Hoy no te pido por mí; hoy quiero poner en tu presencia a mi querido primo Enrique. Yo sé que somos pecadores y que de una u otra manera no nos portamos como es tu deseo.  Por favor no tengas en cuenta esto; solamente venimos ante ti, sabiendo de tu infinito amor y misericordia.  Señor y Dios nuestro: escucha las oraciones de todos tus hijos.  Como te decía Daniel: “Al hacerte esta petición, no apelamos a nuestra rectitud sino a tu gran misericordia.  ¡Señor, escúchanos!  ¡Señor, perdónanos!  ¡Señor, atiéndenos y actúa!  Dios mío, haz honor a tu nombre y no tardes más”.  ¿En quién más podemos confiar si no eres Tú? ¿A quién más podemos acudir, si solamente Tú tienes palabras de vida eterna?  Sin embargo Señor, acatamos tu decisión.  Gracias por tu respuesta. Gracias por ser nuestro refugio y fortaleza.

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Enaltecemos tu Nombre



Tu brazo es capaz de grandes proezas; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.  
 Salmo 89:13.


Lectura diaria: Salmo 89:8-26.  Versículo principal: Salmo 89:13.

REFLEXIÓN

En verdad nuestro Dios, es Todopoderoso.  Su poder es maravilloso; a diario nos encontramos con situaciones donde el panorama se torna oscuro, pero llega la Presencia del Señor y su luz ilumina la más densa oscuridad.  Sus manos dirigen la faena más difícil para que todos vean su gloria y exalten su majestad: “Dichosos los que saben aclamarte, Señor, y caminan a la luz de tu presencia; los que todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia.  Porque tú eres su gloria y su poder; por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza. Tú, Señor, eres nuestro escudo; tú, Santo de Israel, eres nuestro rey”. (vv. 15-18).
El Señor cumplirá su propósito en cada uno de nosotros y las circunstancias nos fortalecerán.  En Cristo somos más que vencedores; y cuando pase la borrasca, el mundo podrá advertir quien es el Dios de la gloria, el Santo de Israel, el que dice: “La fidelidad de mi amor lo acompañará, y por mi nombre será exaltada su fuerza”; “Él me dirá: ‘Tú eres mi Padre, mi Dios, la roca de mi salvación” (vv. 24 y 26). Y yo digo: “Amén”; “Así será Señor”.  

Sí, mi Señor y Rey: nosotros tus hijos enaltecemos tu Nombre.  Proclamamos tu misericordia y nos sometemos a ti.  Reconocemos tu soberanía y reino porque ni aún los gorriones caen a tierra si no es por su santa voluntad.

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mi paz implica que le escuche y le obedezca



Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: él promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad.  
 Salmo 85:8.


Lectura diaria: Salmo 85:4-13.  Versículo principal: Salmo 85:8.

REFLEXIÓN

La paz no es solamente la que nos ofrece el mundo. Los odios, rencillas, egoísmos, intolerancia e injusticia de los hombres, desencadenan en guerras y batallas.  Ese es el pan de cada día en los noticieros y el medio en el cual nos desenvolvemos.  Pero lo triste es la zozobra y angustia personal con que se vive.  Se pierde la paz por problemas de salud, financieros, emocionales y espirituales.
Dice el versículo, que Dios promete paz a sus fieles siempre y cuando no se vuelvan a la necedad.  ¿Cuántos problemas podríamos evitarnos si acatáramos sus órdenes?  Nos quejamos porque nuestro bienestar no es el esperado.  Quizá esta situación sea la consecuencia de no estar haciendo las cosas bien.  Hay que hacer un examen de conciencia no solo personal, sino con el cónyuge o personas que conforman el círculo familiar y ver en qué se está fallando.  Muchas veces no nos damos cuenta de los errores hasta que otros nos los dicen, o porque nos parece que son insignificantes y no pueden hacernos daño.  Reflexionemos si hay en nuestro corazón falta de perdón, resentimiento, deseo de venganza u odio.  Pongamos sobre la mesa nuestra relación como esposos, padres, hijos. Tal vez, haya problemas de infidelidad que entre otras, siempre dejan huellas de crisis económica.  Ahora con el mundo moderno no solamente se es infiel personalmente sino también a través de la pornografía; con el internet pasa lo mismo que con el dinero: es bueno o malo de acuerdo al uso que le demos.  Cerciorémonos del camino por el que están andando los hijos; ¿los estamos corrigiendo y educando como Dios manda? O al revés, van como ovejas descarriadas sin rumbo fijo.  Importante de igual manera preguntarnos: ¿Cómo actuamos frente a las deudas con el estado, con la iglesia y con los demás?  ¿Somos honestos y sinceros o la mentira predomina en nuestro hogar?  Definitivamente, Dios desea que sus hijos sean integrales en todas las áreas y cuando ya le conocemos y sabemos lo que nos demanda, se torna más difícil la vida, si queremos ir en contravía.
Si actuamos correctamente: “El amor y la verdad se encontrarán; se besarán la paz y la justicia.  De la tierra brotará la verdad y desde el cielo se asomará la justicia.  El Señor mismo nos dará bienestar, y nuestra tierra rendirá su fruto.  La justicia será su heraldo y le preparará el camino” (vv. 10-13).   Si sembramos frutos buenos, cosecharemos también frutos buenos; de nosotros depende en gran manera el bienestar para encontrar la paz interior que todos anhelamos tener.         

Señor: Gracias porque tu paz no proviene de lo que el mundo nos ofrece sino de hacer tu voluntad.  Enséñanos a escucharte y a cumplir tus mandatos para alcanzar el bienestar deseado.

Un abrazo y bendiciones.

martes, 27 de noviembre de 2012

El bien predominando sobre el mal



No te dejes vencer por el mal; al contrario vence el mal con el bien. 
Romanos 12:21.


Lectura diaria: Romanos 12:9-21.  Versículo principal: Romanos 12:21.

REFLEXIÓN

En un mundo convulsionado y caído, abunda la maldad por todas partes.  Como cristianos no podemos dejarnos arrastrar por lo que dicen o hacen los demás, porque es ahí precisamente que Dios nos llama a ser testimonio vivos ante la gente.  Si bien es cierto que debemos evitar las discusiones y discrepancias, también es necesario que sentemos nuestra posición y demostremos quienes somos en realidad haciendo valer el bien sobre el mal.
Nuestra actitud ante todo debe ser de amor sincero (v. 9); recordando que Dios no puede con el pecado, pero ama entrañablemente al pecador.  De igual manera debe ser nuestro comportamiento; aprendiendo a alegrarnos en las victorias de los que triunfan y compartiendo las tristezas y penas de los que sufren (v15).   Si nos mostramos arrogantes, altivos y orgullosos, estamos dejando por el suelo nuestra fe (v. 16).
Aprendamos entonces, a actuar con humildad perdonando y pidiendo perdón; sin devolver mal por mal, ni dejando que se formen raíces de amargura en el corazón por causa de malos entendidos, por peleas y discordias, o por efectos de intolerancia.  Tratemos al prójimo con respeto, amabilidad y bondad; de este modo los dejaremos desarmados y ellos notarán la diferencia; diferencia que es la que marca a todo aquel que ha nacido de nuevo con el Señor Jesucristo, y la que nos guía a permitir que predomine el bien sobre el mal.

Amado Señor: Enséñanos a andar como verdaderos hijos tuyos practicando el fruto completo del Espíritu Santo para que los que no te conocen, sepan que eres un Dios de amor dispuesto a recibir al pecador.

Un abrazo y bendiciones.

lunes, 26 de noviembre de 2012

No solo oír, hay que escuchar



Si mi pueblo tan solo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos.  
 Salmo 81:13.


Lectura diaria: Salmo 81:1-16.  Versículo principal: Salmo 81:13.

REFLEXIÓN

Hay bastante diferencia entre oír y escuchar.  Indagando al respecto encontré por internet un artículo que habla sobre la comunicación y dice que cuando oímos es nuestro sistema auditivo quien lo permite; mientras que cuando escuchamos otras funciones entran en juego: poner atención, recordar, pensar y razonar.
Ahora entiendo por qué a pesar de oír la Palabra de Dios, no la ponemos en práctica.  Nuestra comunicación con el Señor debe de ser óptima, la mejor.  Sin embargo, oímos y sabemos de memoria muchos versículos de la Biblia pero no los practicamos porque no nos hemos dedicado a ponerles la atención debida ni a estudiarlos; no podemos razonar sobre los mismos y entender profundamente su significado porque simplemente los repetimos como una frase más.  Hacemos lo del lorito: repetir y repetir sin tener conciencia de lo que en verdad decimos.
Dice la Biblia en Romanos 10:17 lo siguiente: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo”.  Esto lo dice Pablo hablando de los israelitas quienes oyeron desde la antigüedad el mensaje; no obstante, Isaías se pregunta: “¿Quién ha creído a nuestro mensaje?” (Isaías 53:1).  El mensaje profético lo oyeron muchos pero no lo creyeron todos, de lo contrario habrían aceptado al Señor cuando vino a la tierra y no lo hubiesen matado. 
En estos tiempos pasa igual: Son muchísimas las personas que han oído ya el mensaje de salvación y que incluso se congregan en una iglesia, pero que en verdad lo hayan escuchado como tal, no.  Esto marca la diferencia y lo que no permite ser radicales en la fe ni dar el testimonio que convencería y cambiaría a otros.
Puesto que el no escuchar es una de las grandes barreras de la comunicación, es importante que hagamos un alto en el camino y empecemos a diferenciar entre el oír y el escuchar.  Aprendamos que la Palabra de Dios inicialmente se oye, pero después hay que analizarla, estudiarla, memorizarla y practicarla.  

Amado Señor: No queremos ser solamente oidores de tu Palabra, sino hacedores de ella.  Enséñanos a escucharte como debiera ser, cuando nos estás hablando.

Un abrazo y bendiciones.