Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas que envié contra ustedes: las grandes, las pequeñas, las larvas y las orugas.Joel 2:25.
Lectura diaria: Joel
2:18-27. Versículo principal: Joel 2:25.
REFLEXIÓN
En ocasiones no entendemos las
cosas que nos pasan y empezamos a preguntarnos “¿qué sucede Señor?”. En tiempos críticos financieramente, le
hablaba al Señor diciéndole que me mostrara qué acontecía en nuestras vidas
como familia, ya que no lográbamos salir adelante y nuestra economía cada vez
se veía más agrietada. La verdad, no encontraba
una respuesta que me llenara completamente.
Busqué el lado material y el lado emocional sin percatarme que
definitivamente se trataba de la parte espiritual.
Estamos tan metidos en el mundo,
que pasamos por alto las artimañas que usa Satanás para lograr su cometido y
dejarnos huellas de ansiedad, angustia, depresión, inestabilidad y desconfianza. Tengo que aceptar que me sucedió todo eso. Sin embargo, leyendo la Palabra de Dios, yo
veía que el Señor me afirmaba lo contrario, pero aun así, como dice la letra de
la canción de Jesús Adrián Romero: “mi mente dice no, no es posible” y me
encontraba como en una especie de “tire y afloje”, queriendo creer pero al
final sin creer.
Después tuve la oportunidad de ir
a un grupo de oración donde se hallaba una profetisa y al momento de orar, esta
mujer sin conocerme ni saber nada sobre mi vida, se acercó, puso sus manos sobre mi cabeza y empezó a
decirme palabras como: “no temas, todo lo que el enemigo te ha devorado; lo que
se comieron las langostas, las larvas y las orugas, yo te lo devolveré con
creces porque soy tu Dios”. Salí dichosa
de esa reunión; dicha que me duró dos días, pues mi abogada me llamó para darme
una mala noticia de nuestro apartamento, cosa que me dejó desconcertada porque
se trataba de un problema jurídico que ponía en jaque la venta de este inmueble
que ya habíamos realizado. Volví a
escuchar las mismas mentiras del enemigo: “te lo dije: no vas a salir de esto;
estás hundida”. Si soy sincera en ese
momento no fue fácil asimilarlo, pero unos días después confirmé que eran las
mismas patrañas de Satanás para hacerme perder la paz; y no solamente a mí,
sino a toda mi familia.
Una cosa he aprendido o más bien
me han enseñado: Cada vez que él me dice una mentira, yo le respondo con la
verdad de Dios; con la verdad de su Palabra.
Esto fue lo que hizo el Señor Jesucristo cuando fue tentado por el
diablo, en todo le respondió: “Escrito está”.
Al final, el diablo no pudo más y lo dejó. Satanás es el padre de la mentira y tenemos
que atacarlo con lo que está escrito en la su Palabra que es la Biblia.
Y aún hoy, cuando las situaciones
no se dan como debería ser; Satanás vuelve a asaltarme con pensamientos
negativos, pero siempre Dios me da una porción de la Biblia para tranquilizarme
o utiliza a alguien para que me recuerde un pasaje como el que les estoy
compartiendo. No podemos dejarnos llevar
por sus ardides, porque mayor es el que está en nosotros, que el que está en el
mundo (1 Juan 4:4). También he aprendido
a contrarrestarlo, destruyendo todo argumento que se levante contra el
conocimiento de Dios y llevando cautivo esos pensamientos a Cristo Jesús (2
Corintios 10:5).
Muy seguramente muchos de ustedes
han pasado situaciones similares; mi consejo es luchar contra el maligno con
las armas espirituales que poseemos; y algo que lo deja apabullado es la espada
del Espíritu, que es la Palabra de Dios (Efesios 6:17). Venceremos y saldremos victoriosos porque la
restauración si llega: “Ustedes comerán en abundancia hasta saciarse, y
alabarán el nombre del Señor su Dios, que hará maravillas por ustedes” (v. 26
en la lectura). ¡Gloria a Dios!
Amado Señor: Gracias porque tu
Palabra es verdad y cada día me enseñas que mi confianza debe estar puesta en ti
quien eres el Dador de la vida y el dueño absoluto de todo cuanto existe.
Un abrazo y bendiciones.
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