domingo, 18 de noviembre de 2012

La compensación llega



Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas que envié contra ustedes: las grandes, las pequeñas, las larvas y las orugas.  
 Joel 2:25.


Lectura diaria: Joel 2:18-27.  Versículo principal: Joel 2:25.

REFLEXIÓN

En ocasiones no entendemos las cosas que nos pasan y empezamos a preguntarnos “¿qué sucede Señor?”.  En tiempos críticos financieramente, le hablaba al Señor diciéndole que me mostrara qué acontecía en nuestras vidas como familia, ya que no lográbamos salir adelante y nuestra economía cada vez se veía más agrietada.  La verdad, no encontraba una respuesta que me llenara completamente.  Busqué el lado material y el lado emocional sin percatarme que definitivamente se trataba de la parte espiritual. 
Estamos tan metidos en el mundo, que pasamos por alto las artimañas que usa Satanás para lograr su cometido y dejarnos huellas de ansiedad, angustia, depresión, inestabilidad y desconfianza.  Tengo que aceptar que me sucedió todo eso.  Sin embargo, leyendo la Palabra de Dios, yo veía que el Señor me afirmaba lo contrario, pero aun así, como dice la letra de la canción de Jesús Adrián Romero: “mi mente dice no, no es posible” y me encontraba como en una especie de “tire y afloje”, queriendo creer pero al final sin creer.
Después tuve la oportunidad de ir a un grupo de oración donde se hallaba una profetisa y al momento de orar, esta mujer sin conocerme ni saber nada sobre mi vida, se acercó,  puso sus manos sobre mi cabeza y empezó a decirme palabras como: “no temas, todo lo que el enemigo te ha devorado; lo que se comieron las langostas, las larvas y las orugas, yo te lo devolveré con creces porque soy tu Dios”.  Salí dichosa de esa reunión; dicha que me duró dos días, pues mi abogada me llamó para darme una mala noticia de nuestro apartamento, cosa que me dejó desconcertada porque se trataba de un problema jurídico que ponía en jaque la venta de este inmueble que ya habíamos realizado.  Volví a escuchar las mismas mentiras del enemigo: “te lo dije: no vas a salir de esto; estás hundida”.  Si soy sincera en ese momento no fue fácil asimilarlo, pero unos días después confirmé que eran las mismas patrañas de Satanás para hacerme perder la paz; y no solamente a mí, sino a toda mi familia.
Una cosa he aprendido o más bien me han enseñado: Cada vez que él me dice una mentira, yo le respondo con la verdad de Dios; con la verdad de su Palabra.  Esto fue lo que hizo el Señor Jesucristo cuando fue tentado por el diablo, en todo le respondió: “Escrito está”.  Al final, el diablo no pudo más y lo dejó.  Satanás es el padre de la mentira y tenemos que atacarlo con lo que está escrito en la su Palabra que es la Biblia.   
Y aún hoy, cuando las situaciones no se dan como debería ser; Satanás vuelve a asaltarme con pensamientos negativos, pero siempre Dios me da una porción de la Biblia para tranquilizarme o utiliza a alguien para que me recuerde un pasaje como el que les estoy compartiendo.  No podemos dejarnos llevar por sus ardides, porque mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo (1 Juan 4:4).  También he aprendido a contrarrestarlo, destruyendo todo argumento que se levante contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo esos pensamientos a Cristo Jesús (2 Corintios 10:5).
Muy seguramente muchos de ustedes han pasado situaciones similares; mi consejo es luchar contra el maligno con las armas espirituales que poseemos; y algo que lo deja apabullado es la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (Efesios 6:17).  Venceremos y saldremos victoriosos porque la restauración si llega: “Ustedes comerán en abundancia hasta saciarse, y alabarán el nombre del Señor su Dios, que hará maravillas por ustedes” (v. 26 en la lectura).  ¡Gloria a Dios!

Amado Señor: Gracias porque tu Palabra es verdad y cada día me enseñas que mi confianza debe estar puesta en ti quien eres el Dador de la vida y el dueño absoluto de todo cuanto existe.

Un abrazo y bendiciones.

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