Si mi pueblo tan solo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos.Salmo 81:13.
Lectura diaria: Salmo
81:1-16. Versículo principal: Salmo
81:13.
REFLEXIÓN
Hay bastante diferencia entre oír
y escuchar. Indagando al respecto
encontré por internet un artículo que habla sobre la comunicación y dice que
cuando oímos es nuestro sistema auditivo quien lo permite; mientras que cuando
escuchamos otras funciones entran en juego: poner atención, recordar, pensar y
razonar.
Ahora entiendo por qué a pesar de
oír la Palabra de Dios, no la ponemos en práctica. Nuestra comunicación con el Señor debe de ser
óptima, la mejor. Sin embargo, oímos y
sabemos de memoria muchos versículos de la Biblia pero no los practicamos
porque no nos hemos dedicado a ponerles la atención debida ni a estudiarlos; no
podemos razonar sobre los mismos y entender profundamente su significado porque
simplemente los repetimos como una frase más.
Hacemos lo del lorito: repetir y repetir sin tener conciencia de lo que
en verdad decimos.
Dice la Biblia en Romanos 10:17
lo siguiente: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el
mensaje que se oye es la palabra de Cristo”.
Esto lo dice Pablo hablando de los israelitas quienes oyeron desde la
antigüedad el mensaje; no obstante, Isaías se pregunta: “¿Quién ha creído a
nuestro mensaje?” (Isaías 53:1). El
mensaje profético lo oyeron muchos pero no lo creyeron todos, de lo contrario
habrían aceptado al Señor cuando vino a la tierra y no lo hubiesen matado.
En estos tiempos pasa igual: Son
muchísimas las personas que han oído ya el mensaje de salvación y que incluso
se congregan en una iglesia, pero que en verdad lo hayan escuchado como tal,
no. Esto marca la diferencia y lo que no
permite ser radicales en la fe ni dar el testimonio que convencería y cambiaría
a otros.
Puesto que el no escuchar es una
de las grandes barreras de la comunicación, es importante que hagamos un alto
en el camino y empecemos a diferenciar entre el oír y el escuchar. Aprendamos que la Palabra de Dios
inicialmente se oye, pero después hay que analizarla, estudiarla, memorizarla y
practicarla.
Amado Señor: No queremos ser
solamente oidores de tu Palabra, sino hacedores de ella. Enséñanos a escucharte como debiera ser, cuando
nos estás hablando.
Un abrazo y bendiciones.
2 comentarios:
Excelente comentario !!!!
muchas gracias
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