lunes, 26 de noviembre de 2012

No solo oír, hay que escuchar



Si mi pueblo tan solo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos.  
 Salmo 81:13.


Lectura diaria: Salmo 81:1-16.  Versículo principal: Salmo 81:13.

REFLEXIÓN

Hay bastante diferencia entre oír y escuchar.  Indagando al respecto encontré por internet un artículo que habla sobre la comunicación y dice que cuando oímos es nuestro sistema auditivo quien lo permite; mientras que cuando escuchamos otras funciones entran en juego: poner atención, recordar, pensar y razonar.
Ahora entiendo por qué a pesar de oír la Palabra de Dios, no la ponemos en práctica.  Nuestra comunicación con el Señor debe de ser óptima, la mejor.  Sin embargo, oímos y sabemos de memoria muchos versículos de la Biblia pero no los practicamos porque no nos hemos dedicado a ponerles la atención debida ni a estudiarlos; no podemos razonar sobre los mismos y entender profundamente su significado porque simplemente los repetimos como una frase más.  Hacemos lo del lorito: repetir y repetir sin tener conciencia de lo que en verdad decimos.
Dice la Biblia en Romanos 10:17 lo siguiente: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo”.  Esto lo dice Pablo hablando de los israelitas quienes oyeron desde la antigüedad el mensaje; no obstante, Isaías se pregunta: “¿Quién ha creído a nuestro mensaje?” (Isaías 53:1).  El mensaje profético lo oyeron muchos pero no lo creyeron todos, de lo contrario habrían aceptado al Señor cuando vino a la tierra y no lo hubiesen matado. 
En estos tiempos pasa igual: Son muchísimas las personas que han oído ya el mensaje de salvación y que incluso se congregan en una iglesia, pero que en verdad lo hayan escuchado como tal, no.  Esto marca la diferencia y lo que no permite ser radicales en la fe ni dar el testimonio que convencería y cambiaría a otros.
Puesto que el no escuchar es una de las grandes barreras de la comunicación, es importante que hagamos un alto en el camino y empecemos a diferenciar entre el oír y el escuchar.  Aprendamos que la Palabra de Dios inicialmente se oye, pero después hay que analizarla, estudiarla, memorizarla y practicarla.  

Amado Señor: No queremos ser solamente oidores de tu Palabra, sino hacedores de ella.  Enséñanos a escucharte como debiera ser, cuando nos estás hablando.

Un abrazo y bendiciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente comentario !!!!

Unknown dijo...

muchas gracias

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