sábado, 24 de noviembre de 2012

Un tesoro recubierto de barro



Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.  
 2 Corintios 4:7.


Lectura diaria: 2 Corintios 4:6-18.  Versículo principal: 2 Corintios 4:7.

REFLEXIÓN

Cuando recibimos al Señor entramos a formar parte de su reino celestial.  Pasamos de las tinieblas a la luz y Dios permitió que esa luz brillara en nuestro corazón “para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo” (v. 6).  Al ser parte de su reino y resplandecer como si fuésemos piedras preciosas, nos convertimos en su tesoro; solo que este tesoro no está guardado en cofre de lujo sino envuelto en el barro mismo del que fuimos su creación.  Es por eso que hay que estar constantemente amasándolo, hasta que quede esculpida completamente y la figura llegue a feliz término: “A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero.  Todos somos obra de tus manos” (Isaías 64:8).  Cada moldeada duele y si la vasija de pronto se desmorona, nuevamente hay que retomarla y duele mucho más: “así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien” (Jeremías 18:4).  Es por lo mismo que Pablo añade: “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” (vv. 8-9 en la lectura).  Este tesoro que llevamos dentro no nos deja desfallecer así las circunstancias nos demuestren lo contrario.  Tenemos en nosotros al Rey de reyes y Señor de señores; su luz aunque a veces tenue (por causa nuestra), pero al fin de cuentas luz, nos permite encontrar la salida, porque ante todo Él y su Palabra son fieles y sus promesas están ahí: Son “sí” en Cristo; para responder “amén” (2 Corintios 1:20); están escritas para fortalecernos en el momento apropiado; para mostrarnos su inmenso amor y misericordia, y que resplandezca completamente en nosotros su sublime poder.
“Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día” (v. 16).

Gracias Señor por tu Palabra; gracias por mostrarnos una vez más que somos un tesoro escondido en tus manos y que tu luz brillará por siempre así estemos recubiertos de barro, para terminar en cada uno de nosotros la obra que empezaste, hasta dejarla completa en Ti. 

Un abrazo y bendiciones.

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