sábado, 31 de diciembre de 2011

El año termina con tus bondades

Tu coronas el año con tus bondades.
Salmo 65:11a.


Lectura diaria: Salmo 65:9-13. Versículo para destacar: salmo 65:11a.


ENSEÑANZA


Al finalizar el año y mirar retrospectivamente la vida muy seguramente tanto ustedes como yo no tenemos cómo darle gracias al Señor por tantos beneficios recibidos. Observando a mi esposo, las palabras son pocas para agradecerle al Señor por la calidad de hombre que me dio. Ha sabido ser el mejor esposo, padre, compañero y amigo incondicional. ¡He aprendido tanto de él! Su responsabilidad y valor ético profesional de enseñarnos a hacer las cosas no bien, sino extraordinariamente bien, es una lección que todos en casa hemos cultivado. De otro lado, personalmente creo que para una madre ver a sus hijitos creciendo profesionalmente y desarrollados como personas de bien es tremendamente gratificante. No puedo pasar por alto tanta gracia del Señor con mis hijos mayores: les llueve bendición tras bendición. Respecto a mi pequeña mujercita, también puedo decir que finalizó el año con una madurez que me asombra; estaba tan acostumbrada a percibirla como niña todavía que sus decisiones y propósitos me han volteado la mirada. ¡Gloria a Dios por mis tres tesoros! Que en realidad no son tres sino cuatro porque mi queridísima nuera hace parte de ellos también.

Mi padre diagnosticado con un cáncer de páncreas en mayo, permitió mi oración continua para que no sufriera como en otros casos presentados con una larga y dolorosa enfermedad y el Señor escuchó mi súplica; se lo llevó en agosto y no del cáncer sino de un paro respiratorio. No padeció los dolores que tanto yo temía. Triste, sí; no es fácil ver partir a un ser querido pero me queda la dicha de saber que cuando me toque a mí, también estaré junto a mi madre y mi padre allá en el cielo. De mis hermanos, esposas y sobrinos también tengo que hablar: gracias Señor por haberlos puesto a mi lado y sentir en todo momento su apoyo moral y espiritual. Respecto a todos los demás que me rodearon siempre brindándome su amor como a mi suegra; mis primos, esposas e hijos; mis cuñados y cuñadas, no tengo más que palabras de gratitud. Como si fuera poco, Dios también dejó a mi lado a una gran mujer que considero mi madre adoptiva. Por ella, también Señor muchas gracias. Mis amigos en especial mis amigas que aunque no me vean seguido siempre están ahí, son otro regalo maravilloso de mi Dios.

Los lectores de este devocional que me escriben dándome las gracias y alentándome a continuarlos: muchas gracias, infinitas gracias por estar pendiente de ellos y como siempre lo repito: ¡La gloria es para el Señor! Solamente soy un instrumento en sus maravillosas manos. Tengo que expresarles que ustedes me han ayudado a comprender mejor el plan y propósito de Dios para mi vida.

Mi vida familiar y espiritual no son solamente el motivo de mi acción de gracias; también tengo que decir: Señor, gracias por mi salud y la de mi familia. Lo que has hecho conmigo es más que un regalo; es descubrir tu grandeza y poder en cada nuevo amanecer.

Tú cumples tu Palabra; el año termina como lo dijiste hace unos días: “Tú coronas el año con tus bondades, tus carretas se desbordan de abundancia, rebosan los prados del desierto; las colinas se visten de alegría. Pobladas de rebaños las praderas, y cubiertos los valles de trigales, cantan y lanzan voces de alegría” (vv. 11-13). ¡Perdóname, porque a veces puede más la mente que el corazón y las circunstancias nos hacen dudar! Señor: ¡Cómo no creer en ti! ¡Cómo no entender que eres el más fiel Padre! ¡Cómo no darte las gracias por tantos beneficios recibidos! Hoy es mi día especial de acción de gracias y les paso mi reflexión a ustedes también.


El Señor Jesús vino a proveernos de una vida abundante desde aquí en la tierra. También Él quiere que le agradezcas porque el solo hecho de estar vivo es un motivo para ello. Además de eso, Jesús quiere ofrecerte la salvación y en tus manos está el reconocerla o no. ¡No solo tienes vida! ¡Puedes tener la vida eterna para estar siempre a su lado! ¿Deseas aceptarle? Te invito a orar así:


Amado Jesús: Confieso con mi boca que eres el Hijo de Dios nacido en un humilde pesebre, muerto en una cruz y resucitado por mí. Te abro la puerta de mi corazón y te recibo ahora mismo como mi suficiente Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados; toma el control del trono de mi vida y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias Señor por mi vida y por darme la vida eterna contigo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.


¡FELICIDAD, PAZ, SALUD Y BIENESTAR EN ESTE PRÓXIMO AÑO!


viernes, 30 de diciembre de 2011

Metas y propósitos en manos del propósito de Dios

Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil.
Mateo 25:28.


Lectura diaria: Mateo 25:14-30. Versículo para destacar: Mateo 25:28.


ENSEÑANZA


La parábola de las montañas de oro o más conocida como de los talentos, no se refiere únicamente al área económica, es también aplicable a todos los dones dados por Dios y de los cuales debemos sacar el mejor provecho. Muchas veces tenemos que pasar por pruebas difíciles para que salgan a relucir nuestras mejores aptitudes. Dios desea que seamos capaces de enfrentar la vida y para conseguirlo tenemos que ser diligentes en lograr los objetivos que nos proponemos al comienzo de un nuevo año. La constancia, la disciplina y el tesón con que nos movamos nos permitirán ver los sueños realizados.

Al finalizar el año es importante revisarlos para ver si cumplimos con ellos. Si no los hemos alcanzado, le daremos gracias al Señor por los ejecutados y nos seguiremos cogiendo de la mano de Aquel que puede realizar la obra a través de nosotros, sabiendo que el Señor cumplirá su propósito en cada uno (Sal. 138:8), a pesar de las circunstancias por las que se pueda pasar. Podemos tener la certeza que un nuevo día será un motivo también nuevo para alcanzar lo propuesto. Lo importante del asunto es que a pesar de… Dios estará presente en toda situación y terminará la buena obra que empezó. Entonces el Señor mismo por imperfectos que seamos cada día irá amoldando nuestro carácter, mente y trabajo porque precisamente sabe de nuestra condición y entiende que somos débiles. Él está listo, observando y vigilando todo cuánto hacemos o dejamos de hacer. Por su amor es que viene el deseo de hacer las cosas (Fil. 2:13). Nosotros en todo caso, dispongámonos de la mejor manera para permitir que el Señor cumpla su propósito sin olvidar que somos hechura suya y que nuestros talentos, dones y propósitos están en sus manos y se complementan perfectamente en el propósito que Dios tiene con cada uno.


Dios quiere que también entiendas el propósito que Él tiene para ti y aceptes a Jesús como Señor y Salvador. Si es tu deseo, podemos orar así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por hacerlo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Haciendo la voluntad del Padre

Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Lucas 2:46.


Lectura diaria: Lucas 2:41-52. Versículo para destacar: Lucas 2:46.


ENSEÑANZA


El Señor Jesús en todo nos dio ejemplo: ejemplo de sumisión, de obediencia, de prudencia, de amor, de misericordia, de ternura, de oración y de cumplir la voluntad del Padre. Jesús era la Sabiduría completa, el Verbo divino encarnado, el Maestro por excelencia y sin embargo, humildemente se sentó en medio de los doctores de la ley a escucharlos atentamente y a la vez a aprender de ellos. ¡Cuánta humildad demostraba el Señor! Humildad que les falta a líderes cristianos para aceptar un consejo o lección de uno de sus subordinados o discípulos. La enseñanza que nos deja el Señor es muy importante, porque muchas veces nos creemos “sabelotodo” y menospreciamos cualquier comentario o crítica que se nos haga respecto a nuestra fe. El Señor desde su niñez sabía manejar muy bien el concepto de escuchar más y hablar menos.

Además de aprender a hacer la voluntad del Padre, la lectura nos deja también para reflexionar el comportamiento que debemos brindarle a los niños y jóvenes que buscan del Señor: Jesús se iba desarrollando y creciendo como cualquier hombrecito de su edad. Su anhelo de instruirse cada día más de las cosas de su Padre aumentaba su sapiencia (Pr. 9:10). De ahí, el valor tan grande que tienen las palabras del mismo Jesús en su ministerio respecto a los niños: “Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí. Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar” (Mt. 18:5-6), por su misma experiencia podía hablar. La versión Reina Valera es en mi concepto más drástica:”cualquiera que haga tropezar”; el solo hecho de hacerlo tropezar aunque no caiga, ya lo hace acreedor de la justicia divina. Cuidemos el área espiritual de nuestros niños y jóvenes. El que instruye al niño en el camino de Dios, jamás se apartará de él (Pr. 22:6), y de ellos depende que la voluntad del Padre se practique en el cumplimiento de la gran comisión.


La voluntad de Dios Padre es que aceptes a Jesús y le recibas en tu corazón como Señor y Salvador. De esta manera podrás crecer también, tanto en estatura como en el conocimiento de su Palabra y llenar el área espiritual de tu vida. Podemos orarle así:


Amado Jesús: Gracias por venir al mundo a darme ejemplo de vida. Gracias por morir en una cruz por mí y rescatarme de las garras del pecado. Te entrego mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. En tu santo nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Lamento por los hijos

Se oye un grito en Ramá, llanto y gran lamentación; es Raquel que llora por sus hijos y no quiere ser consolada; ¡sus hijos ya no existen!
Mateo 2:18.


Lectura diaria: Mateo 2:13-18. Versículo para destacar: Mateo 2:18.


ENSEÑANZA


El pasaje de hoy tiene que ver con los niños que fueron asesinados por el rey Herodes cuando se dio cuenta que los sabios de oriente se habían burlado de él, al no regresar para contarle dónde estaba el niño Jesús, rey de los judíos. Su furia se desencadenó mandando matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores (v. 16). La celebración de los inocentes se ha tornado más de jolgorio y risas sin tener en cuenta el dolor de aquellas madres al ver a sus hijitos traspasados por la mano asesina de un rey que temía perder su poder.

En nuestro país debería ser más bien el homenaje póstumo a tantos hijos caídos en la absurda guerra en que nos abatimos. No solamente lloran a sus hijos las madres de los militares y policías, sino todas aquellas a quienes siendo todavía niños se los han arrebatado de su lado los diferentes grupos alzados en armas para llevárselos al monte y ponerlos como carne de cañón. Desde aquí, a través de mi devocional, quiero unirme al dolor materno de estas mujeres y elevar mi oración al Señor Todopoderoso porque sea Él quien les provea de fortaleza y paz para continuar. Sé que es muy duro el saber que pasa un año más, así como también un cumpleaños, un aniversario y una Navidad alejados de los seres que amamos. Además de eso, si no han muerto, se presenta la incertidumbre sin conocer detalle alguno sobre su salud y bienestar. –Colombia: Estoy segura que Dios tiene algo precioso para ti; tanta tristeza y desolación no vienen porque sí. En su infinita grandeza y misericordia el Señor tomará esta tierra y la convertirá en la tierra de paz que fluye leche y miel. ¡Oro por ti mi Colombia amada! Y digo las palabras de la oración que me enseñaron en mi infancia: “Espero verte siempre grande, respetada y libre” –.

Reflexionemos hoy y dediquemos unos pocos minutos para orar por todos los secuestrados en especial por los jóvenes y niños. Oremos por aquellas madres que sin querer sufren el flagelo de la guerra; oremos por nuestro país, para que Dios escuche desde lo alto, limpie esta nación y perdone su pecado. Recordemos que al que mucho se le perdona, mucho se le ama y que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia. Con nuestra anhelada paz hay que insistir, persistir y no desistir en la oración; es la única manera de no escuchar más lamentos de madres por sus hijos.


El único que puede dar paz y fortaleza al corazón es Jesús de Nazaret. Te invito para que le hagas una oración entregándole a Él todas las cargas y aflicciones por las que estas pasando. Podemos orar así:


Amado Jesús: Vengo a ti cargado de tristezas y amarguras. Quiero entregarte todas las áreas de mi vida para que seas tú gobernando y dirigiendo cada una de ellas. Te acepto como mi Señor y Salvador personal; perdona mis pecados y también enséñame a perdonar a todos los que me han hecho tanto daño. Gracias Señor por hacerlo y porque a través de tu Santo Espíritu puedo comenzar una nueva vida contigo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

martes, 27 de diciembre de 2011

La ofrenda para el Señor

Cuando llegaron a la casa vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra.
Mateo 2:11.


Lectura diaria: Mateo 2:1-12. Versículo para destacar: Mateo 2:11.


ENSEÑANZA


Los sabios de oriente, los llamados tradicionalmente como reyes magos, sabían que Jesús nacería por esa época y querían visitarlo. No eran judíos ni romanos; tal parece que venían de tierras paganas como entendiendo que la redención había llegado para toda la humanidad. Reconocieron su soberanía y se refirieron al Niño como rey de los judíos (v. 2). Ellos siguieron el camino guiados por una estrella hasta encontrar el lugar donde se encontraba Jesús. Dice la Palabra que se postraron y lo adoraron. ¡Gloria a Dios! Solamente el Espíritu Santo puede dirigir y poner en el corazón el conocimiento exacto de quien es Rey y Señor sin tapujo alguno, tal como sucedió con ellos. Lo adoraron como se merecía: “Alaben el nombre del Señor, porque solo su nombre es excelso”; “¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!” (Sal. 148:13 y 150:6). No solamente le adoraron, le llevaban presentes: oro, incienso y mirra. El oro se lo presentaron como al rey que era; el incienso como a Dios y la mirra como al hombre que había de morir. ¿Cuál es tu ofrenda para el Señor?

Mi Jesús amado: yo también quiero ofrecerte lo que tengo para que te glories en ello. Te entrego el oro que poseo, sabiendo que ha procedido de ti por tu amor y compasión. Te entrego el incienso a través de las oraciones que te elevo. Ténlas en cuenta tanto las que te presento quebrantada como las que repico por el camino o en el quehacer cotidiano. Señor, no puedo quedarme con la mirra que a veces pesa mucho; que sean mis cargas, mis afanes, mis tristezas y desilusiones esta ofrenda que te entrego. Mi buen Jesús: te entrego también esta cuevita que albergo para ti; ahí están mis devocionales plasmados. Bendigo a todos los que lo visitan; permite que a través de él muchos te conozcan y encuentren el anhelado camino en sus vidas. Y por último mi Señor te entrego a la persona que lo está leyendo en este momento para que la llenes de ti. Llega a lo más profundo de su alma y concédele la paz que necesita.


Mira, es para ti este mensaje. Dios te ha ofrecido a su propio Hijo Jesús para darte la salvación. Ahora tú puedes retribuirle este regalo con otro que le haría feliz: el cofre de tu corazón. El Señor quiere reposar en él y de ti depende si le dejas seguir o no. Si tu decisión es afirmativa, te invito a orar conmigo así:


Señor Jesús: Quiero entregarte mi oro, incienso y mirra encerrados en mi propia vida. Toma el control de ella; te acepto como mi Señor, Salvador y Rey que eres. Perdona mis pecados y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. En tu dulce nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.