viernes, 30 de diciembre de 2011

Metas y propósitos en manos del propósito de Dios

Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil.
Mateo 25:28.


Lectura diaria: Mateo 25:14-30. Versículo para destacar: Mateo 25:28.


ENSEÑANZA


La parábola de las montañas de oro o más conocida como de los talentos, no se refiere únicamente al área económica, es también aplicable a todos los dones dados por Dios y de los cuales debemos sacar el mejor provecho. Muchas veces tenemos que pasar por pruebas difíciles para que salgan a relucir nuestras mejores aptitudes. Dios desea que seamos capaces de enfrentar la vida y para conseguirlo tenemos que ser diligentes en lograr los objetivos que nos proponemos al comienzo de un nuevo año. La constancia, la disciplina y el tesón con que nos movamos nos permitirán ver los sueños realizados.

Al finalizar el año es importante revisarlos para ver si cumplimos con ellos. Si no los hemos alcanzado, le daremos gracias al Señor por los ejecutados y nos seguiremos cogiendo de la mano de Aquel que puede realizar la obra a través de nosotros, sabiendo que el Señor cumplirá su propósito en cada uno (Sal. 138:8), a pesar de las circunstancias por las que se pueda pasar. Podemos tener la certeza que un nuevo día será un motivo también nuevo para alcanzar lo propuesto. Lo importante del asunto es que a pesar de… Dios estará presente en toda situación y terminará la buena obra que empezó. Entonces el Señor mismo por imperfectos que seamos cada día irá amoldando nuestro carácter, mente y trabajo porque precisamente sabe de nuestra condición y entiende que somos débiles. Él está listo, observando y vigilando todo cuánto hacemos o dejamos de hacer. Por su amor es que viene el deseo de hacer las cosas (Fil. 2:13). Nosotros en todo caso, dispongámonos de la mejor manera para permitir que el Señor cumpla su propósito sin olvidar que somos hechura suya y que nuestros talentos, dones y propósitos están en sus manos y se complementan perfectamente en el propósito que Dios tiene con cada uno.


Dios quiere que también entiendas el propósito que Él tiene para ti y aceptes a Jesús como Señor y Salvador. Si es tu deseo, podemos orar así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por hacerlo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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