martes, 13 de diciembre de 2011

Plegaria

A ti, Señor, te pido ayuda; a ti te digo: .
Salmo 142:5.


Lectura diaria: Salmo 142:1-7. Versículo para destacar: Salmo 142:5.


Amado Señor: Tú lo sabes todo; conoces nuestro andar como nuestro trajinar. Sé que escuchas todas las plegarias que te hacemos y las tienes en cuenta en tu agenda. Sé que respondes en el tiempo oportuno de acuerdo a tu horario y no en el nuestro. Bendito Jesús, permite que nos dirijamos a ti no solo para pedir por las penurias cotidianas sino también para adorarte y ensalzar tu nombre como lo mereces. Tú eres digno de todo loor y mereces toda la alabanza, gloria y honor. ¡Grande eres Señor! ¡Alabado sea tu nombre!

En verdad eres nuestro refugio seguro. Acudimos a ti, porque sabemos de tu inmensa misericordia y amor; además Señor ¿a quién más podemos ir? Tú eres el baluarte, la torre fuerte, el amparo y la fortaleza de los afligidos. Solamente en ti haya descanso el alma cansada y sedienta de andar por el desierto.

Gracias buen Señor por estar pendiente de tus hijos; por brindarnos tu ayuda en tiempos de angustia y saber que podemos contar contigo en cualquier necesidad. Gracias porque estamos en tus manos y bajo tu manto el enemigo no puede hacernos daño alguno. Gracias porque cuando no te vemos a nuestro lado es porque cual niños desprotegidos y asustados, nos alzas y arrullas en tus brazos.

Señor: Haz que cada día podamos servirte con más ahínco y fidelidad así como lo eres tú. No dejes que la comunicación se rompa y que el temor al fracaso inunde nuestro corazón. Guíanos siempre en tu verdad y permite que a todos aquellos que lloran y sufren les llegue una gotita de tu amor; esa gotita basta para que sus penas se disipen.


Tú puedes también hablar con Dios, de hecho Él desea que lo hagas. Quiere ser tu amigo, confidente, Señor y Salvador de tu vida. Una pequeña oración sincera te abre la puerta de su comunicación. ¿Deseas hacerla? Te puedo guiar así:


Señor Jesucristo: Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Ven a mí, perdona mis pecados y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias Señor por perdonarme y llevarme de la mano contigo; gracias porque de ahora en adelante podré dirigirme a ti, como al mejor de los amigos. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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