sábado, 10 de diciembre de 2011

La poda para lograr su propósito

El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!
Salmo 138:8.


Lectura diaria: Salmo 138:1-8 y Juan 15:1-8. Versículo para destacar: Salmo 138:8.


ENSEÑANZA


Es bien cierto que para que una mata o arbusto crezca, se ponga más vistosa y con mejores frutos hay que estarla podando. Leía en uno de los devocionales de mi Biblia, que el viñedo por ejemplo hay que saberlo podar; no todas sus hojas son las que se cortan, son determinadas ramas y en el tiempo preciso. El Señor dice: “pero toda rama que da fruto la poda, para que dé más fruto todavía” (Jn. 15:2). El Señor como buen Labrador que es, va a su viñedo, lo observa y de acuerdo a cómo encuentre sus matas, va haciendo el trabajo debido.

Como humana también caigo en el error de preguntar muchas veces: – ¿por qué Señor; por qué, por qué otra vez?– Y es como si me contestara: –te amo tanto y eres tan especial para mí que quiero verte hermosa, quiero que esta planta sea vistosa y de fruto agradable, apetecido para muchos. Por eso continuamente te estoy arreglando aunque no lo entiendas–. Entonces, comprendo que no es el por qué, sino el para qué. ­–Para que des fruto, abundante fruto y mi propósito sea cumplido en ti–. ¿Duele la podada? ¡Claro que sí! Y mucho. Dice el Salmo de la lectura: “Aunque pase por muchas angustias, tú me darás vida”. La podada duele pero es un nuevo amanecer; es un despertar renovado en fuerzas y esperanzas.

Como lección dejemos al Señor hacer su obra en nosotros. Permitámosle que entre y quite todo aquello que está estorbando su obra majestuosa. Él tiene su viñedo como lo más preciado y quiere envanecerse de su trabajo; permitamos que su gloria se refleje en cada uno de nosotros para que orgulloso diga: “mi propósito se cumple en ti”. Por favor Señor: ¡No abandones la obra de tus manos!


Si nunca antes has tenido una relación con Jesús, te invito para que hoy le entregues tu vida. Él vino a morir por ti, pero lo sublime es que también resucitó para darte vida y vida eterna. Si es tu deseo podemos orar así:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados; toma el control del trono que hasta ahora yo manejo y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias Señor por hacerlo. En tu bendito nombre Jesús he orado, amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: