El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!Salmo 138:8.
Lectura diaria: Salmo 138:1-8 y Juan 15:1-8. Versículo para destacar: Salmo 138:8.
ENSEÑANZA
Es bien cierto que para que una mata o arbusto crezca, se ponga más vistosa y con mejores frutos hay que estarla podando. Leía en uno de los devocionales de mi Biblia, que el viñedo por ejemplo hay que saberlo podar; no todas sus hojas son las que se cortan, son determinadas ramas y en el tiempo preciso. El Señor dice: “pero toda rama que da fruto la poda, para que dé más fruto todavía” (Jn. 15:2). El Señor como buen Labrador que es, va a su viñedo, lo observa y de acuerdo a cómo encuentre sus matas, va haciendo el trabajo debido.
Como humana también caigo en el error de preguntar muchas veces: – ¿por qué Señor; por qué, por qué otra vez?– Y es como si me contestara: –te amo tanto y eres tan especial para mí que quiero verte hermosa, quiero que esta planta sea vistosa y de fruto agradable, apetecido para muchos. Por eso continuamente te estoy arreglando aunque no lo entiendas–. Entonces, comprendo que no es el por qué, sino el para qué. –Para que des fruto, abundante fruto y mi propósito sea cumplido en ti–. ¿Duele la podada? ¡Claro que sí! Y mucho. Dice el Salmo de la lectura: “Aunque pase por muchas angustias, tú me darás vida”. La podada duele pero es un nuevo amanecer; es un despertar renovado en fuerzas y esperanzas.
Como lección dejemos al Señor hacer su obra en nosotros. Permitámosle que entre y quite todo aquello que está estorbando su obra majestuosa. Él tiene su viñedo como lo más preciado y quiere envanecerse de su trabajo; permitamos que su gloria se refleje en cada uno de nosotros para que orgulloso diga: “mi propósito se cumple en ti”. Por favor Señor: ¡No abandones la obra de tus manos!
Si nunca antes has tenido una relación con Jesús, te invito para que hoy le entregues tu vida. Él vino a morir por ti, pero lo sublime es que también resucitó para darte vida y vida eterna. Si es tu deseo podemos orar así:
Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados; toma el control del trono que hasta ahora yo manejo y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias Señor por hacerlo. En tu bendito nombre Jesús he orado, amén.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario