viernes, 2 de diciembre de 2011

La fe sobrenatural

–Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.
Juan 11:27.


Lectura diaria: Juan 11:1-44. Versículo para destacar: Juan 11:27.


ENSEÑANZA


Jesús había dedicado tiempo a sus amigos de Betania porque eran muy allegados a Él; por eso existía la convicción tanto en Marta como en María que si el Señor hubiese estado allí, Lázaro no habría muerto (vv. 21 y 32), habría detenido su enfermedad. Pero Dios tenía otros planes diferentes; cuando Jesús fue informado de la enfermedad de Lázaro le dijo a sus discípulos: “Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado” (v. 4), y también les comunicó: “–Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo”. Ellos aún no entendían a pesar de haber estado con su Maestro y haber sido espectadores directos de muchos milagros.

La fe de Marta va más allá: “Pero yo sé que aún ahora Dios te dará todo lo que le pidas” (v. 22). Jesús le expresa su gran “YO SOY”, al afirmarle: “–Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera, y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?” (v. 26). Con estas palabras Jesús tranquilizó a Marta y luego, junto con María se dirigieron al sepulcro de Lázaro, quien llevaba cuatro días de muerto por consiguiente su cadáver ya estaba descompuesto y esto le preocupó a Marta cuando el Señor ordenó retirar la piedra que tapaba el sepulcro y tuvo que recordarle: “–¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?” (v. 40). En efecto el Señor demostró su poder y gloria al gritar: “–¡Lázaro sal fuera!” (v. 43). Lázaro resucitó. Una vez más demostraba Jesús que en verdad era el Hijo de Dios con todos sus atributos. Demostraba su completa deidad con el Padre que lo apoyaba para que la gente creyera en Él. A través de Marta vemos que fácilmente pasamos de creer con el corazón a creer solamente con la mente. Esto le sucedió a ella: estaba segura de lo que Dios era capaz de hacer a través de Jesús (v. 22), sin embargo, en el momento exacto, su convicción falló (v. 39). Esto suele suceder con frecuencia a todos los cristianos. Nuestra fe a veces no nos alcanza para mirar lo sobrenatural y esta fe es la que debemos buscar: la fe de los imposibles para el hombre. La fe que con certeza nos hace decir: “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo”.


No importa qué clase de aflicción estés pasando hoy: enfermedad, angustia, desolación, tristeza, desengaño, crisis financiera, etc. El Señor está aquí para demostrarte que Él es el gran YO SOY, que para Él no existen imposibles, porque cuando el hombre dice: “No”, Dios dice: “Sí”. Como Jesús le preguntó a Marta, yo te pregunto ahora: ¿Crees esto? Solamente tienes que entablar una relación personal con Cristo y permitirle que sea Él quien dirija tu vida y te enseñe a verlo como lo que dijo que era: ¡el Hijo de Dios, con poder y gloria! Para esto te sugiero que hables con Él; te puedo guiar con una oración como ésta:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Sé que eres el Hijo de Dios vivo, que viniste a morir por mis pecados y resucitaste para darme vida eterna contigo. Te acepto en mi vida como Señor y Salvador. Perdona mis pecados y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. Abre mis ojos y entendimiento para que pueda ver tus grandes hazañas sobrenaturales. Gracias Señor por venir a morar conmigo y por perdonarme. Gracias porque sé que eres el Gran Yo Soy, el Dios verdadero que todo lo puedes. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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