miércoles, 30 de junio de 2010

La obediencia, parte del pacto de la promesa

Jamás te apartes de ninguna de las palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses.
Deuteronomio 28:14.


Lectura diaria: Deuteronomio 28:1-14. Versículo del día: Deuteronomio 28:14.

ENSEÑANZA

El Señor nos manda obedecerle en todos sus preceptos sin ninguna restricción para poder obtener las bendiciones y gozar de ellas. “Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre” (v. 2). ¿Cuáles son estas bendiciones? Seremos benditos donde quiera que nos encontremos, sea la ciudad, el hogar, el camino o el campo; la bendición llegará no sólo a nuestros hijos sino hacia todo lo que tengamos como inversión (ganado, tierras, etc.); Tendremos una alacena abundante, donde jamás se deje de ver el pan diario. Seremos victoriosos y el enemigo saldrá huyendo; la prosperidad nos acompañará, porque tendremos abundancia de bienes. Nunca seremos humillados; vendrán a pedirnos prestado, más no tomaremos prestado de nadie; estaremos en la cabeza no en la cola; en la cima y no en el fondo (vv. 3-13). A veces creemos que sus mandatos eran exclusivos para el pueblo de Israel, pero el apóstol Pablo nos recuerda lo siguiente: “ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba (Ef. 2:12-14). Somos un solo pueblo, lo cual significa que lo que era para ellos, también lo es para su Iglesia en este tiempo, y como creyentes ahora, también nos incumbe el obedecerle para gozar desde aquí en la tierra de una vida abundante, una vida llena de bendiciones. Si no estamos gozando de todos sus favores, busquemos e indaguemos hasta lo más profundo y escudriñemos la causa o el meollo del problema. Cuando logremos encontrarlo, pidamos perdón y continuemos avanzando hacia la meta trazada, para que arraigados y cimentados en amor podamos comprender lo ancho, largo, alto y profundo del amor de Cristo; amor que sobrepasa todo conocimiento (Ef. 3:17-19) y que sin duda nos dará la victoria. Entendamos la obediencia, como parte del pacto de la promesa que como miembros de su Iglesia nos corresponde y aprovechemos sus beneficios. Señor: permite que nuestro diario vivir esté siempre ligado a obedecerte y hacer tu voluntad.

Un abrazo y bendiciones.

martes, 29 de junio de 2010

¡Cuidado con el poder!

Por lo tanto yo le ruego a su majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos.
Daniel 4:27.


Lectura diaria: Daniel 4:19-37. Versículo del día: Daniel 4:27.

ENSEÑANZA

A los mandatarios de la tierra se les olvida o ni siquiera saben que es Dios quien los pone en ese lugar. En el relato del devocional, vemos como Daniel interpreta la visión del rey Nabucodonosor, donde le alerta para que entienda que si está ahí es porque el Altísimo, el Dios del cielo y de la tierra, así lo permitió y no es por su propia capacidad que ha logrado un reino tan grande. A Nabucodonosor como a la mayoría de los dirigentes, le fue difícil aceptar ese hecho y Dios cumplió la palabra hablada a través de su siervo el profeta Daniel. Se le quitó toda autoridad por siete años y tuvo que ir a vivir entre animales salvajes y comer pasto como el ganado (vv. 31-32), hasta que reconoció que Dios es el Altísimo y soberano del mundo y es quien entrega el poder a quien quiere. Hasta que su orgullo y altivez no se doblegaron, Dios no le devolvió el reino. Tuvo que agachar la cabeza y entrar en razón para alabar, honrar y glorificar al que vive para siempre y cuyo dominio es eterno (v. 34). Muy seguramente si ahora existiera el verdadero temor de Dios por parte de los dirigentes, los países marcharían de manera bien distinta. “Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien pida cuentas de sus actos”; “Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios” (vv. 35 y 37). Estas fueron las palabras del rey de Babilonia, después de su arrepentimiento. La tarea de un mandatario no es fácil: tienen la obligación de velar por su territorio y por sus habitantes, misión que es bien difícil, pues regularmente se encuentran rodeados de diferentes intereses de personas y estamentos que truncan sus anhelos; por eso Dios nos manda orar por ellos, sean de nuestros afectos o no, para que sea Él quien los guíe a actuar con justicia y rectitud. El mensaje hoy, no es sólo para quienes están en lugares preeminentes sino también para nosotros los cristianos, quienes debemos apoyarlos con nuestra oración y por favor, aprendamos a tener la boca cerrada sin llevar más leña al fuego, porque las palabras tienen poder. Permitamos que Dios nos enseñe a ser parte de la solución y no del problema.

Un abrazo y bendiciones.

lunes, 28 de junio de 2010

Mi Padre es Dios

Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor, nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad.

Efesios 1:4-5.

Lectura diaria: Efesios 1:1-14. Versículo del día: Efesios 1:5.

ENSEÑANZA

Ayer cuando iba camino a la iglesia, me puse a pensar en la fiesta que estábamos celebrando y esto me hizo reflexionar sobre mi mejor Padre: mi Padre Celestial. Por eso hoy, quiero dedicarle el devocional al “Papito” inigualable que he encontrado en mi camino: a mi Dios y mi Adonai, mi dueño y Señor; a Jehová o Jahvé; al “Gran Yo soy” o “YO SOY LO QUE SOY”. No hay amor más grande que el de Dios; su esencia misma es amor y se demuestra en su fidelidad al aceptarnos como hijos suyos. Él, que jamás nos abandonará y que está presto a brindarnos protección, así a los demás no les importemos: “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos” (Sal. 27:14). ¡Qué emocionante afirmación! Y a través de toda su Palabra lo sigue confirmando: “¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aunque ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!” (Is. 49:15). Mi completa admiración y adoración para Aquel que me proporciona lo mejor, que me ama entrañablemente y jamás me abandona. Aquel, que como excelente Padre, me ofrece también lo excelente: “Pues si ustedes, aún siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes le pidan!” (Mt. 7:11). Mi Padre amado, mi Papito Dios: Hoy te rindo homenaje a ti, por haberme escogido como tu hija. Por estar siempre a mi lado, brindándome tu amor, confianza y protección. A ti, mi Dios y Padre Celestial sea toda la honra, gloria, honor, majestad y poder por los siglos de los siglos. ¡Te amo Papito mío!

Un abrazo y bendiciones.

domingo, 27 de junio de 2010

La importancia de hacer el bien

No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra.
Gálatas 6:7.

Lectura diaria: Gálatas 6:2-10. Versículo del día: Gálatas 6:7.

ENSEÑANZA

Siempre debemos estar disponibles para hacer el bien, especialmente a los de la familia y a los de la fe. Vivo diciendo que Dios no se queda con nada guardado y en cuanto a esto sí que puedo dar testimonio. Sea que obremos correctamente como si lo hacemos mal, cosecharemos lo que hemos sembrado. Dios es justo y si creemos que no ve nuestras acciones estamos demasiado equivocados, pues de Él nadie se burla. “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos per vencidos” (v. 9). Solamente cuando estamos en situaciones embarazosas y no podemos valernos por sí mismos, es que entonces entra a funcionar esta llave de la recompensa. Le doy gracias a Dios por haber puesto en el camino a personas tan especiales como mi querida Gineth que se convirtió en “mi ángel” (expresión utilizada por el médico que me atendió), durante el tiempo de convalecencia después de la cirugía que me fue practicada. Sé que esto sólo han sido bondades de mi Señor porque “Él es mi Dios amoroso, mi amparo, mi más alto escondite, mi libertador, mi escudo, en quien me refugio, Él es quien pone los pueblos a mis pies” (Sal. 144:2). No voy a pasar de petulante creyendo que todos van a estar sumisos a mis pies ni tampoco lo pretendo, pero si estoy convencida que fue Dios quien puso en el corazón de ella, el querer como el hacer; ¡Dios la bendiga por siempre! Sé que está cosechando frutos inmensos y la recompensa no sólo la tendrá en su propia vida sino que también la verá sobre sus amados hijos. Así como he visto la mano generosa de Dios conmigo, aún sin merecerlo; también desafortunadamente tengo que decirlo, cuánto me duele ver a mi querido padre enfermo, solo, sin recursos y tan lejos. Muchos hemos coincidido en que desafortunadamente nunca estuvo pendiente de nosotros cuando tanto lo necesitamos y ahora, la única razón que llega a mi mente es, sin desear en lo más mínimo el mal para su vida: la ley de recompensa. Estoy haciendo todo lo posible y le pido al Señor su ayuda, para ver si logramos traerlo a una casa geriátrica de clima caliente o al menos templado y poder estar más cerca, brindándole el cariño y amor que merece, porque de todas maneras es mi padre, y fue la persona que Dios utilizó para que me diera la vida. Mi corazón se inunda de tristeza y más un día como hoy que se celebra en Colombia “el día del padre”, sin saber si al menos lograré hablarle por teléfono, felicitarlo y decirle cuánto lo quiero. Dios permita que mis deseos se cumplan antes de que sea demasiado tarde. Por favor, nunca dejemos de hacer el bien. Aprendamos que depende de lo sembrado para recoger la cosecha y repito: Dios no se queda con nada guardado.

Para todos los papitos que leen este devocional: ¡FELIZ DÍA DEL PADRE!

Un abrazo y bendiciones.

sábado, 26 de junio de 2010

Viviendo en el Espíritu

Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.
Gálatas 5:16.

Lectura diaria: Gálatas 5:16-26. Versículo del día: Gálatas 5:16.

ENSEÑANZA

Para vivir en el Espíritu tenemos que seguir una secuencia que nos conduzca a un modo de vida diario. Al igual que deseamos tener un rico árbol de una fruta deliciosa, igualmente debemos anhelar esa vida fructífera espiritual. Para que ese árbol crezca y nos dé fruto abundante, tuvimos que dedicarle tiempo, amor y esmero. Sembramos la semilla, lo regamos, podamos y limpiamos con frecuencia, para que su cosecha nos ofrezca la fruta ambicionada. Si no cuidamos esa plantica que un día resolvimos sembrar, vendrán las plagas, la sequía, o la lluvia estrepitosa y acabarán con ella. Nuestra vida cristiana es semejante a ese árbol. Dios en su infinito amor a través de Jesucristo, siembra en cada corazón que lo desee, la semilla del Espíritu Santo y es con Él y por Él que podemos avanzar. Nuestra misión es ir regando diariamente esa deliciosa semilla, para lograr el fruto verdadero: “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (v. 22). Si por el contrario, sembramos la semilla y nos olvidamos de su cuidado, llegarán los enemigos como naturaleza pecaminosa y nos la arrebatarán. De ahí entonces que surgirá: “inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías y otras cosas parecidas” (vv. 19-21). Pablo nos advierte que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios (v. 21b). Te insto hoy a perseguir el árbol frondoso que Dios tiene para ti. Pon a producir el fruto del dominio propio, porque éste será en últimas el que te sostendrá y llevará a buscar los demás: “Más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades” (Pr. 16:32). Cuando se aprende a dominarse personalmente, lo demás se nos facilitará porque aprendemos a subyugar el ego. El Señor permita que la semilla de su Espíritu se riegue abundantemente en sus hijos, para que su fruto permanezca por siempre.

Un abrazo y bendiciones.