martes, 29 de junio de 2010

¡Cuidado con el poder!

Por lo tanto yo le ruego a su majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos.
Daniel 4:27.


Lectura diaria: Daniel 4:19-37. Versículo del día: Daniel 4:27.

ENSEÑANZA

A los mandatarios de la tierra se les olvida o ni siquiera saben que es Dios quien los pone en ese lugar. En el relato del devocional, vemos como Daniel interpreta la visión del rey Nabucodonosor, donde le alerta para que entienda que si está ahí es porque el Altísimo, el Dios del cielo y de la tierra, así lo permitió y no es por su propia capacidad que ha logrado un reino tan grande. A Nabucodonosor como a la mayoría de los dirigentes, le fue difícil aceptar ese hecho y Dios cumplió la palabra hablada a través de su siervo el profeta Daniel. Se le quitó toda autoridad por siete años y tuvo que ir a vivir entre animales salvajes y comer pasto como el ganado (vv. 31-32), hasta que reconoció que Dios es el Altísimo y soberano del mundo y es quien entrega el poder a quien quiere. Hasta que su orgullo y altivez no se doblegaron, Dios no le devolvió el reino. Tuvo que agachar la cabeza y entrar en razón para alabar, honrar y glorificar al que vive para siempre y cuyo dominio es eterno (v. 34). Muy seguramente si ahora existiera el verdadero temor de Dios por parte de los dirigentes, los países marcharían de manera bien distinta. “Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien pida cuentas de sus actos”; “Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios” (vv. 35 y 37). Estas fueron las palabras del rey de Babilonia, después de su arrepentimiento. La tarea de un mandatario no es fácil: tienen la obligación de velar por su territorio y por sus habitantes, misión que es bien difícil, pues regularmente se encuentran rodeados de diferentes intereses de personas y estamentos que truncan sus anhelos; por eso Dios nos manda orar por ellos, sean de nuestros afectos o no, para que sea Él quien los guíe a actuar con justicia y rectitud. El mensaje hoy, no es sólo para quienes están en lugares preeminentes sino también para nosotros los cristianos, quienes debemos apoyarlos con nuestra oración y por favor, aprendamos a tener la boca cerrada sin llevar más leña al fuego, porque las palabras tienen poder. Permitamos que Dios nos enseñe a ser parte de la solución y no del problema.

Un abrazo y bendiciones.

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