domingo, 31 de mayo de 2009

A los que reciben un encargo se les exige ser dignos de confianza

Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza.

1ª. Corintios 4:2.

Me desperté a medianoche y empecé a escuchar una especie de antesala en el programa “Las voces del secuestro”, donde se encontraba Karina, excomandante del frente 47 de las Farc, el comisionado de paz, unos abogados penalistas y el conductor del programa, Herbin Hoyos. Entendí que el propósito de esto, era permitir que personas afectadas por la acción de la guerrilla en el área donde comandaba Karina, pudieran hablar abiertamente y recordarle sus crímenes de guerra. Escuché más o menos hora y media el programa y resolví apagar el radio. Sin embargo, no lograba conciliar el sueño. Mi mente vagaba de lo dicho entre llamada y llamada. Unos, como tal vez yo antes de escuchar ese programa, no entendían por qué esta inmovilizada, ahora tenía el cargo de “gestora de paz”. Otros hablaban escuetamente de los asesinatos y secuestros que se cometieron por este frente revolucionario. Todo conducía, a que es difícil entender que alguien que ha hecho tanto mal, pueda cambiar su actitud y ahora hablar con la verdad y pedir perdón.

Sí. Todas estas personas mostraban en sus palabras incredulidad y poca compasión. No las tildo por su condición. Por un momento entendí, que si a mí me ha costado perdonar acciones que al lado de secuestros y homicidios se quedan en pañales, ¿cuánto más a estas familias, que sufrieron en carne propia el flagelo de esta guerra tonta, que vivimos los colombianos? Saber que está hablando la mujer que tuvo las agallas de matar sin compasión a un ser querido o quitarle la libertad a un padre o una madre incluso enferma de cáncer, no es fácil. Para mis adentros, por mi convicción como cristiana pensaba “por el bien de mi patria, hay que perdonar”. Sí, yo sé que hay que perdonar, aunque estoy convencida que dentro de la capacidad humana es difícil lograrlo. Hay que buscar la ayuda divina para poder hacerlo.

Como no conseguía conciliar el sueño, resolví empezar a hacer mi devocional, al fin de cuentas ya eran como las tres de la mañana. Nuestro Dios, es un Dios de sorpresas y quien habla a nuestro corazón cuando estamos dispuestos a escucharlo. Miren porqué lo digo. Tenía que leer el capítulo 18 de Ezequiel y el 4 de la primera carta a los Corintios. En Ezequiel 18:21 dice: “Si el malvado se arrepiente de todos los pecados que ha cometido, y obedece todos mis decretos y practica el derecho y la justicia, no morirá; vivirá para practicar la justicia, y Dios se olvidará de todos los pecados que ese malvado haya cometido”. Karina fue firme en aceptar sus delitos, en decir que quiere ayudar a reparar en algo el daño cometido, que desea la paz para Colombia. Firme en pedir perdón y dispuesta ante todo a hablar con la verdad. Este versículo me dejó muda. Aunque sabía que en el Señor hay perdón, no pensé que Dios me hablara tan directamente, para que se disipara toda duda.

Al pasar a Corintios y leer el verso 2 del capítulo 4, que es el encabezamiento de este devocional, entendí las palabras de Karina. A ella se le encargó, ser gestora de paz, pero a la vez se le está exigiendo y eso es lo que el pueblo quiere ver en su proceder, que demuestre con sus actos de arrepentimiento, ser digna de confianza. Dios no pudo ser más específico conmigo. Más adelante en el verso 7 de Corintios dice: “¿Quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué presumes como si no te lo hubieran dado? A esta conclusión llegué después de haber recibido la lección de mi Señor y de haber analizado a Karina y a sus acusadores. ¿Quién soy yo para no perdonar? He recibido de parte de Dios, amor, misericordia y perdón, ¿por qué ahora presumo que todo ha sido obra mía? Si no hubiese sido por mi amado Señor, estaría perdida.

Karina, directamente no me has causado daño pero me duele el corazón con dolor de patria. No te miento al decirte que he llorado al ver tanta maldad y sangre derramada en nuestro suelo. Sin embargo, sinceramente te perdono. Y sabes ¿por qué? Porque Dios me perdonó a mí.

Me queda una incógnita. Pueda ser que pronto la resuelva. Karina, ¿dónde está Dios, en todo este proceso de tu vida?

Un abrazo y bendiciones.


sábado, 30 de mayo de 2009

Nadie puede poner un fundamento diferente

Porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo.

1ª. Corintios 3:11.

El Diccionario Larousse define fundamento, como principio, base de una cosa. El ingeniero civil, al construir una casa o edificio, tiene que asegurarse de que las bases queden sólidas. Al inicio de la obra, se cava profundamente para que la cimentación sea lo bastante resistente y aguante el peso de columnas y muros.

Al igual que un ingeniero, nosotros como padres y en especial las madres, debemos construir el hogar con cimientos sólidos. “La mujer sabia, edifica su casa”. Proverbios 14:1. Dios como creador de la mujer, sabe perfectamente los dones especiales que posee toda mujer y de lo que ella como persona puede lograr. Creo que por eso puso en nuestras manos el concebir y jugar un papel preponderante en la crianza de los hijos.

Las esposas, somos las llamadas a edificar nuestra familia en el fundamento especial que es Jesucristo. Edificar sobre la roca. Somos quienes instruimos desde pequeños a los niños y los dirigimos por el camino de la fe. Las bases con ellos deben ser tan sólidas, que a pesar de que lleguen lluvias y vientos huracanados, sus vidas no se caigan ni destruyan. Una construcción tal, que aún con el paso de los años, siga en píe.

Quizá como toda edificación tras el correr del tiempo, se empiezan a notar grietas y deterioro. Hay que pulirla nuevamente y restaurarla para que no se caiga. Esta será la obra que realizará el Espíritu Santo con nuestros hijitos, cuando percibe que algo está carcomiendo esa estructura.

Definitivamente como mujeres y madres, tenemos una labor encomiable delante de Dios. No dejemos pasar el tiempo. Es hora de poner manos a la obra y comenzar a construir hogares, sobre la base que es Cristo el Señor.

Mujer: ¿Cómo puedes construir tu casa? Proverbios 24:3 nos da la respuesta: “Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros”. ¿Sabes cuáles son esos bellos y extraordinarios tesoros? ¡NUESTROS AMADOS HIJITOS!

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 29 de mayo de 2009

El altivo será humillado

El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido.

Proverbios 29:23.

La altivez es el envanecimiento y la presunción propia del orgulloso. Dios rechaza a las personas de este tipo porque se exaltan y se elevan por encima de todos los demás. Incluso este envanecimiento es pecado ya que encierra la idea de gloria y majestad que sólo le corresponde a Dios. La altivez y arrogancia del hombre será abatida (Isaías 2:11-17).

En 1ª. Corintios 1:19-20 se dice: “Destruiré la sabiduría de los sabios; frustraré la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el erudito? ¿Dónde el filósofo de esta época? ¿No ha convertido Dios, en locura la sabiduría de este mundo?”.

Dios no mira el corazón del hombre por su sabiduría, ni elocuencia, ni inteligencia. Dios simplemente mira la humildad, y sinceridad de cada uno y actúa de acuerdo a su voluntad divina. Por eso dice la Palabra que escogió a lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios y escogió lo débil para avergonzar a los poderosos. También escogió a lo más bajo y despreciado y lo que no es nada, para anular lo que es. (1ª. Corintios 1:27-28).

De esta manera ¿quién puede jactarse de lo que tiene o es? La sabiduría e inteligencia que vale, es la que viene de parte de Dios. De creer en Dios, adorarle y tenerle como el Ser supremo, dueño absoluto de todo. La sabiduría que nos permite temerle, con temor reverente y amarle por encima de todas las cosas.

Pidámosle a Dios no solamente la humildad ante los hombres, sino también la humildad espiritual, para no creer que lo sabemos todo y que somos tan buenos que no necesitamos de su Hijo Redentor.

Dios nunca desechará al humilde. Le extenderá su mano y lo exaltará.

Un abrazo y bendiciones.


jueves, 28 de mayo de 2009

Mis hijos, se los entrego al Señor

Ahora yo, por mi parte, se lo entrego al Señor. Mientras el niño viva, estará dedicado a él.

1ª. Samuel 1:28.

Al igual que Ana, los padres debemos entregarle nuestros hijos a Dios, aún desde el vientre materno, desde antes que lleguen al hogar, ponerlos en su presencia.

Si dejamos a nuestros niños en manos de Dios, es porque muy seguramente les vamos a instruir en su camino. Cuando ellos crezcan, sabrán con exactitud comportarse de acuerdo a lo aprendido. Proverbios 22:6 dice: “Instruye al niño en el camino correcto, y aún en su vejez no lo abandonará”.

En el tiempo de la adolescencia y aún después, se presentan casos en los jóvenes de desobediencia y rebelión. A los padres están actitudes pueden desconcertarnos y bajar nuestro ánimo, pero en todo este proceso hay algo muy cierto: Dios escucha las oraciones de los padres y me atrevería a decir que la súplica de una madre por sus hijitos, jamás deja de hacer eco en los oídos del Señor. Él es fiel y su Palabra lo demuestra. Si se los hemos entregado, podemos descansar tranquilos, sabiendo que están en sus manos y que por más que ellos quieran apartarse, el Espíritu Santo gime por ellos con gemidos indecibles (Romanos 8.26).

El dolor de una madre cuando se separa de sus hijos es más que entendible. Quizá nos acosa la angustia, la ansiedad, los recuerdos y la tristeza. Todo esto es natural, máxime en nosotras las mujeres que somos tan sensibles, pero tenemos la certeza que al entregar un hijo al Señor, Él se encargará de él y ahí es donde como padres tenemos que darle paso a Dios para que se cumpla su voluntad y no, la nuestra.

Oremos por nuestros amados hijitos, pero recordemos dos cosas importantes: Primero, que en realidad no son nuestros, sino prestados. Y segundo, que Dios actuará en ellos de acuerdo a su divina voluntad que es buena, agradable y perfecta y no de acuerdo a nuestra voluntad. Él sabe lo que quiere y desea para ellos.

Un abrazo y bendiciones.


miércoles, 27 de mayo de 2009

No te jactes del día de mañana

No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá.

Proverbios 27:1.

Somos muy dados a programar nuestro tiempo sin tener en cuenta a Dios. Nos creemos tan independientes y autosuficientes que el orgullo no nos permite reconocer que nada, absolutamente nada, nos pertenece. Ni siquiera el tiempo. Dios puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin (Eclesiastés 3:11). Como humanos tenemos la noción del tiempo. En los acontecimientos de Dios, el tiempo no existe como tal, porque para Él, es lo mismo mil años que un día. De este modo, dentro de su soberanía puede decidir o cambiar insólitamente nuestra programación.

Hacemos planes sobre una y otra cosa: “Voy a hacer”; “voy a comprar”; “voy a viajar”, etc. ¿Pero qué lugar ocupa Dios dentro de esos innumerables “voy”? Dice el apóstol Santiago que nos jactamos de las fanfarronerías diciendo: “Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año y ganaremos dinero. ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece”. Santiago 4:13.

Dios desea estar en todas las áreas de nuestra vida y cuando recibimos a Jesucristo, como Señor y Salvador le decimos que tome el control de ésta. Entonces, ¿por qué lo dejamos a un lado, en algo tan importante como el tiempo? “Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. Santiago 4:15.

¡Señor, en ti están, todos nuestros tiempos!

Un abrazo y bendiciones.