jueves, 14 de mayo de 2009

¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel!

¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo.

Números 14:8-9.

Dios le prometió al pueblo de Israel, sacarlo de Egipto para llevarlo a una tierra que fluye leche y miel, en la región de Palestina. Esta “leche y miel” daba a entender que era una tierra muy próspera. Sería tan próspera que cuando Moisés envió a algunos de los hombres a explorar a Canaán, cortaron un sarmiento que tenía un solo racimo de uvas y tuvieron que llevarlo entre dos, colgado de una vara (aún en este tiempo, en la región que le asignaron al pueblo judío en 1948, en medio de un desierto, sé que se cosechan frutas tales como duraznos que son tan grandes o más que una naranja).

Hay una promesa en el pasaje anotado anteriormente, pero también hay una condición: “No se rebelen contra el Señor ni tengan miedo”. El Señor quiere sacarnos del desierto por el que andamos cansados y sedientos. Nos ofrece una vida rica y abundante con Él, pero nosotros, incrédulos y temerosos ante el primer tropiezo echamos para atrás. Nos dejamos convencer de los gigantes de la duda y el temor y resultamos creyéndole más, a aquel que nos ha metido intrigas en la cabeza, que a Dios y su Palabra. “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir”. Juan 10:10. Satanás, es quien nos quiere robar lo que nos pertenece, quiere matar nuestras ilusiones y destruir por completo nuestras vidas y aún nuestros hogares. No creamos en sus artimañas. No nos asustemos cuando se levante un muro en nuestra contra, ¡no más quejas y lamentos! No nos amedrentemos cuando a pesar de lo oscuro que parezca nos sintamos sin salida y abrumados, porque podemos decir igual que aquellos hombres: “¡Esto ya es pan comido!”. A los que Satán está utilizando para que nos amarguen, ¡no tenemos que temerles! “Ellos no tienen quien los proteja, porque el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo!”. Verso 9b-c.

No esperemos a que Dios se pregunte “¿Hasta cuándo esta gente me seguirá menospreciando? ¿Hasta cuando se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos?”. Verso 11.

No sé cuál sea tu desierto. ¿Una enfermedad? ¿Una crisis financiera? ¿Una separación o divorcio? Sólo sé que el Señor te ofreció sacarte a una tierra fértil, donde abundan la leche y la miel. Él ya empezó su obra, no murmures contra Él. ¡Sigue adelante! De ti depende si le crees o no.

Un abrazo y bendiciones.

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