viernes, 15 de mayo de 2009

Ante la promesa de Dios no vaciló como un incrédulo

Ante la promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios, plenamente convencido de que Dios tenía poder para cumplir lo que había prometido.

Romanos 4:20-21.

Este pasaje que encierra una promesa unida a la fe, es uno de los que más me motiva en mi vida cristiana. Aquí se está hablando de Abraham y en un versículo anterior dice “Así que Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y que llama a las cosas que no son como si ya existieran”. Verso 17.

Abraham, el padre de la fe y amigo de Dios, nos enseña que él puso su confianza enteramente en manos de Dios. Su fe nos demuestra diferentes aspectos. Una fe que lo lleva a la obediencia, incluso a sacrificar a su propio hijo, con la certeza de que Dios podía levantarlo de entre los muertos. Una fe, que lo impulsa a demostrar amor y generosidad. A demostrar fidelidad y hospitalidad. Por la fe de este hombre que lo hace único en la historia bíblica, es que nosotros su simiente heredamos la promesa como herederos del mundo (Romanos 4:13); la bendición prometida a Abraham para que llegara a las naciones (Gálatas 3.14); la misericordia que mostró a Abraham y a su descendencia para siempre Lucas 1:55); el juramento por el cual nos concedió que fuéramos libres del temor (Lucas 1:73-74); y el pacto que Dios estableció al decirle a Abraham: “todos los pueblos del mundo serán bendecidos por medio de tu descendencia” (Hechos 3:25).

Algunas personas en ocasiones me han dicho que admiran mi fe. De ninguna manera lo considero así. Mi fe a menudo, como tal vez a muchos nos sucede, se vuelve frágil y se debilita. Mi anhelo y oración es porque tanto ustedes como yo podamos alcanzar una fe inquebrantable. No importa que sea pequeña, recordemos que el Señor dijo que aunque fuera como un grano de mostaza, que es la más pequeña de las semillas, podríamos trasladar montes. Si esto es pequeña ¿cuánto más cuando crece y se vuelve árbol frondoso? La fe, como don del Espíritu puede crecer y fortalecerse día a día. ¡Dios puede hacer de lo pequeño algo grande!

Pidámosle al Señor que nuestra fe, en algo se parezca a la de Abraham.

Un abrazo y bendiciones.

Bibliografía: Diccionario Ilustrado de la Biblia

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