lunes, 18 de mayo de 2009

No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco

Pero yo soy meramente humano y estoy vendido como esclavo al pecado. No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.

Romanos 7:14-15.

El Diccionario Bíblico nos define el pecado como el poder misterioso primordial que se opone por naturaleza a Dios y a su buena voluntad para con el hombre, así como también todo el conjunto de manifestaciones y consecuencias trágicas del mismo.

La naturaleza pecaminosa se muestra claramente a través de toda la historia y se manifiesta en cualquier infracción de las normas que salvaguardan la vida normal, o sea la comunión entre Dios y el hombre y entre los hombres, aunque al final como es Dios quien ha establecido las normas que se infringen, se peca es contra Él.

A través del pecado de desobediencia, relatado en Génesis 3 cometido por Adán y Eva, se nos da también la primera palabra de esperanza (Génesis 3:15), y se señala el camino que Dios seguiría hacia la salvación. Dios mandó a su Hijo Jesús, para que destruyera los poderes de la maldad definitivamente y en nombre de toda la humanidad, Jesús encarnaba el amor de Dios que se opone al pecado y a sus consecuencias.

Pero ¿por qué el apóstol Pablo, habiendo conocido a Jesús y de la manera que experimentó su amor, nos dice que no entiende lo que le pasa, pues queriendo hacer el bien, no lo hace; sino que al contrario resulta haciendo lo que más aborrece? Esto no le pasa solamente a Pablo. Todos luchamos contra esta fuerza pecaminosa. Por un lado tenemos nuestra área espiritual pero por otro, nuestra área humana y en ésta es en la que se mueve la naturaleza pecaminosa. “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita”. Verso 18.

Entonces, ¿qué tenemos que hacer los cristianos para vencer el mal? Si Cristo nos libertó, ya no tenemos que estar esclavizados nuevamente al yugo del pecado. Debemos vivir por el Espíritu y de esta manera no seguir los deseos de la naturaleza pecaminosa, porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu. Los dos se oponen entre sí (Gálatas 5:16-17.

Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: “inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican estas cosas no heredarán el reino de Dios”. Gálatas 5:19-21.

Pero si has cometido alguna de estas faltas, arrepiéntete y confiesa tu pecado, recuerda que en Jesucristo tenemos el perdón de pecados (1ª. Juan 1:9). Vive una vida en el Espíritu. Pídele a Dios que te llene con Él y pon a funcionar su fruto que es todo lo contrario: “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. Gálatas 5:22.

Ahora, que si no has conocido a Jesucristo como tu Señor y Salvador, no has podido todavía entender que la victoria de Jesús sobre el pecado, estuvo motivada por el amor a los hombres y que ese amor es el que está disponible para ti (Juan 3.16). Si esta es tu condición, no te queda más que reconocer que eres pecador y aceptar el sacrificio de Cristo por ti. Será la única manera de vencer al pecado: a través del amor que fluyó en Dios por nosotros, de tal manera que envió a su Hijo para ser ofrecido como sacrificio por el perdón de TODOS nuestros pecados.

¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!

Un abrazo y bendiciones.

Bibliografía: Diccionario Ilustrado de la Biblia

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