domingo, 3 de mayo de 2009

Mi Dios es el creador de todas las cosas

Mi Dios es el creador de todas las cosas. Su nombre es el Señor Todopoderoso.

Jeremías 51:19.

Si nuestro Dios es el creador de todas las cosas y es Todopoderoso, tenemos que estar convencidos de que para Él no existen los imposibles. Dios nos dejó el legado a través de Jesucristo de hacer las obras que Jesús hizo y aún mayores. ¿Qué obras realizó el Señor? Sanó enfermos, echó fuera demonios, cambió el agua por vino, reprendió a las fuerzas naturales, resucitó muertos.

Tenemos el poder de reprender a Satanás y sus secuaces cuando se entromete en nuestras vidas y con sus artimañas nos crea confusión y nos arrebata lo que nos pertenece. Recordemos que en Jeremías 1:10 Dios nos ha dado autoridad sobre naciones y reinos para derribar, demoler, arrancar y destruir. Satanás pertenece al reino de las tinieblas y por consiguiente podemos hacerle frente a todas las acechanzas con las que siempre quiere bombardearnos para hacernos perder la paz y alejarnos de Dios. “Tú eres mi mazo, mi arma de guerra; contigo destrozo naciones y reinos. Contigo destrozo jinetes y caballos; contigo destrozo aurigas y carros de guerra”. Jeremías 51:20-21.

El Señor es nuestra arma de guerra. Cuando el Espíritu Santo nos muestra que es Satán el que está atacando y devorando (porque no todo viene de él), nuestra vida, nuestra salud, nuestra familia y nuestras finanzas, debemos ponernos alerta y no dejarnos apabullar, agachando la cabeza. Al contrario, con la frente bien en alto y nuestros píes bien puestos, debemos reprenderlo y con autoridad recordarle que somos hijos del Dios viviente, lavados y justificados con la sangre de Jesucristo. Gritarle que nuestras dolencias y enfermedades ya fueron pagadas en la cruz del Calvario. Recordarle también que nuestro Padre Celestial es el dueño de todo el oro y la plata del mundo y que nosotros como hijos suyos, somos sus herederos, y que él no tiene parte en esto para venir a arrebatar lo que nos pertenece. Pisoteémoslo y mandémoslo al fondo del abismo, en el Nombre Poderoso de Jesús, que es sobre todo Nombre.

¿Por qué podemos hacerlo? Porque tu Dios, mi Dios, nuestro Dios, es TODOPODEROSO y nos ha delegado su autoridad. Es el creador de todas las cosas, incluyendo tu vida, mi vida y a los ángeles caídos. Nuestro Dios Todopoderoso es el dueño absoluto de todo y a través de su Hijo Jesucristo venció a Satanás. Por eso ahora podemos exclamar: ¡En Cristo somos más que vencedores!

Un abrazo y bendiciones.


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