viernes, 22 de mayo de 2009

Las dádivas de Dios son irrevocables

Porque las dádivas de Dios son irrevocables.

Romanos 11:29.

Los regalos de Dios son innumerables. Ni siquiera podemos comprender hasta dónde llegan su amor y misericordia. El rey David, se estremecía ante tanta bondad y preguntaba: “Señor, ¿qué es el mortal para que lo cuides? ¿Qué es el ser humano para que en él pienses?” Salmo 144:3.

Nos sentimos tan pequeños, tan insignificantes cuando reconocemos la majestuosidad de Dios, cuando admiramos sus maravillas, que quedamos amilanados ante tanta humanidad.

Señor te oramos igual que David, aprovechando tu generosidad: “Que nuestros hijos en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio. Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie. Que nuestros rebaños aumenten por millares”. “¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!”Salmo 144:12-13 y 15.

Terminaré con las palabras del apóstol Pablo que encierran para mí, la más alta expresión de la exaltación de Dios: “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y el conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! ¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague? Porque todas cosas proceden de él, y existen por él y para él”. Romanos 11:33-36.

¡Sí, Señor! Tus caminos son inescrutables al igual que tu misericordia.

¡A ÉL SEA LA GLORIA POR SIEMPRE!

Un abrazo y bendiciones.

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