sábado, 23 de mayo de 2009

No paguen a nadie mal por mal

No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.

Romanos 12:17-18.

Últimamente, el Señor me habla sobre no juzgar, perdonar y ahora, devolver bien por mal. La primera persona a quien el Señor enseña siempre es a mí y luego yo les comparto sobre lo que he aprendido. Algo que me rastrilla en la cabeza, es aquella frase que escuché recién convertida en la que se dice en el argot cristiano “una cosa es ser manso y otra menso”. Le he preguntado al Señor muchas veces, dónde llega el límite entre una y otra.

Personalmente, siempre me había parecido que perdonar era algo muy sencillo y viable. Pues no. Quizá cuando la persona que nos agrede está lejos de nosotros podemos “creer” que hemos perdonado, pero tal vez estemos equivocados.

He llegado a esta conclusión porque si el que ofende está cerca, y por más que se quiere estar en paz con todos, esa persona martilla y martilla sobre nosotros es difícil seguir la mansedumbre. Ahí es donde se pregunta: ¿Señor qué tengo que hacer? ¿Poner los puntos sobre las íes, hacer valer mis derechos o dejo que pasen por encima?

“Y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos”. Tal parece que he pasado mil veces por encima de este versículo sin lograr captar el mensaje. Si no depende de mí, tengo que buscar alternativas, que permitan al menos que mi paz no se siga afectando por esas circunstancias.

Esto está bien por el lado de la paz. Pero ¿el perdón? No. Definitivamente el Señor me muestra que si no perdono, no puede haber paz en mi corazón. Por otro lado, la escritura también nos exhorta: “Ahora bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta”. Romanos 12:20.

En resumen, no es tan fácil perdonar, como yo lo suponía. El perdón, lleva consigo humildad, tolerancia, mansedumbre, misericordia, cordialidad y olvido. Pero ¡ojo! Ese olvido no es que “perdono y olvido”, porque puede ser que si la persona está lejos, pues ya. No importa. ¡No señores! Es un olvido que aunque recuerde la transgresión no me afecte para nada. O que si por algún motivo, vuelve a surgir una ofensa aún estando lejos, sienta más bien, amor y compasión por el que ofende. No es fácil, pero tenemos que hacerlo.

Al igual que Pablo lo dice, para ustedes y para mí: “No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien”. No paguemos mal por mal. Dios nos bendecirá y recompensará en su momento.

Un abrazo y bendiciones.


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