sábado, 9 de mayo de 2009

El gran amor del Señor nunca se acaba

El gran amor del Señor nunca se acaba y su compasión jamás se agota.

Lamentaciones 3:22.

No podemos pasar desapercibidos lo que sucede no sólo en nuestro entorno sino a nivel nacional e internacional. Las noticias no son por estos tiempos nada halagadoras: La crisis financiera mundial unida a la pandemia del virus A H1N1 no deja de preocuparnos. La tristeza y desilusión al ver a nuestro lindo país, Colombia, escenario de crímenes tan atroces, como los que se oyen a diario en declaraciones de paramilitares, donde con el mayor cinismo se habla de masacres enteras sin el menor rasgo de arrepentimiento o compasión. Ya son muchos los muertos que ha dejado la violencia en nuestro territorio, cuando no es la guerrilla, son los narcos o los paras. ¡Dios mío, perdona tanta sangre derramada y ten misericordia de esta nación!

Nos levantamos y si a veces creemos que no podemos con nuestros problemas, ¿cuánto más con los de afuera? Nos cargamos indiscutiblemente. Gracias a Dios, nosotros los cristianos, tenemos su Palabra que nos ánima y nos da la dosis necesaria para cada día. “Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Verso 23.

En este tiempo de tribulación para mi, he podido comprobar que si no es por estar pegadita a Dios, no hubiese podido resistir. Pero le doy gracias a mi Señor, porque su gran amor nunca se acaba ni su compasión se agota.

Confiada, al igual que el Salmista, pase lo que pase y vea lo que vea, en el mundo, en mi nación o en mi vida, tengo que reconocer que “el Señor es todo lo que tengo. ¡En Él esperaré!

Un abrazo y bendiciones.


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