martes, 26 de mayo de 2009

¿Qué esperanza tienen los impíos cuando son eliminados?

¿Qué esperanza tienen los impíos cuando son eliminados, cuando Dios les quita la vida?

Job.27:8.

El impío, es el hombre pecador que vive sin temor a Dios y por lo tanto asume acciones contradictorias a la voluntad divina.

La muerte avanza a pasos agigantados y cada minuto son muchísimos los que mueren y se pierden. Si fuéramos conscientes de esta situación, seríamos más obedientes para llevar el mensaje de salvación, a donde quiera que fuésemos.

Muchas veces creemos o asumimos que todos han recibido ya la Palabra de Dios, pero estamos equivocados. Pensemos en el enfermo, postrado en una cama, recluido en un hospital donde ni siquiera su familia lo recuerda. O el condenado en una cárcel, rodeado de personas quizá más peligrosas que él. Pensemos por un momento que sus vidas hayan sido amargas, llenas de dolor, donde haya imperado el mal trato, la corrupción, el libertinaje, el homicidio, la miseria, etc. ¿Cuál conocimiento pueden tener de Dios, en ese mundo que enfrentaron? Pablo nos recuerda las palabras de Isaías, en Romanos 15:21, “Los que nunca habían recibido noticia de él, lo verán; y entenderán los que no habían oído hablar de él”.

Tal vez, personas como ellos conocieron de un Dios que siempre castigaba, una simple figura de Dios, allá colgado en una cruz pero de la que más tienen por agüero que por convicción. A ellos, a éstos impíos, pecadores de píes a cabeza, tenemos que llegarles con las buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo.

Recordemos, que nosotros no somos en absoluto mejores. El cielo estará lleno de pecadores, pero pecadores arrepentidos. Entonces, compartamos con los perdidos una luz de esperanza.

Padre celestial: Ponemos delante de ti, a tantas personas que sufren el rigor de una clínica o una cárcel y sus vidas están acorraladas, sin percibir tu mano misericordiosa y amorosa. Pon en nuestros corazones el querer como el hacer por tu buena voluntad, para llevar tu verdadero mensaje a tantas almas atormentadas y que juntos podamos gozar la esperanza de la vida eterna que tu ofreces a través de tu Hijo Jesucristo. Amén.

Termino deseándoles las palabras del apóstol Pablo: “Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Romanos 15, verso 13.

Un abrazo y bendiciones.


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