lunes, 25 de mayo de 2009

Reciban al que es débil en la fe

Reciban al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones.

Romanos 14:1.

La Biblia nos enseña que debemos soportarnos los unos a los otros. Pero como cristianos fallamos mucho en este aspecto. Si alguien no está de acuerdo, se critica y hasta se deja a un lado porque viene a contaminar “nuestra espiritualidad”. El apóstol Pablo hace reflexionar sobre si hay alguno que por su fe no come carne sino verduras. O si más bien le gusta comer de todo, porque para él está bien.

Este ejemplo de Pablo es sobre la comida, pero en la actualidad, vemos muchas discrepancias y piedras de tropiezo de algunas iglesias o personas, por innumerables bobadas que no tienen ningún trasfondo espiritual y que lo que logran es alejar a las personas del verdadero camino a Dios. Se imponen cargas que ni siquiera los que las critican pueden llevarlas, pero si exigen que los demás las cumplan. Ejemplos muy claros los vemos en aquellos que tildan a otros por el cabello, el vestido, etc. “¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en píe, o que caiga, es asunto de su propio señor. Y se mantendrá en píe, porque el Señor tiene poder para sostenerlo”. Verso 4.

“El que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios”. Verso 6. De igual manera considero, en el caso de las mujeres, que si a ella le gusta llevar su pelo corto y se siente bien, lo haga; si le gusta largo, no tiene ningún problema. Lo que importa es la actitud de su corazón respecto a Dios. Además si a su esposo le gusta, por decir corto, ¿quiénes son los demás hermanos de la iglesia, para impedírselo? En estas situaciones debemos ser muy sabios para no caer ni hacer caer a otros por nuestra culpa. Esto es lo que en realidad significa, aceptar al débil en la fe.

Me fascina como termina el apóstol Pablo este capítulo, con el verso 22: “Así que la convicción que tengas tú al respecto, mantenla como algo entre Dios y tú”. Más claro no pudo decírnoslo. Al fin de cuentas es Dios quien conoce los corazones y los pesa, no el hombre.

Un abrazo y bendiciones.

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