viernes, 9 de diciembre de 2011

El amor implica obediencia

El que me ama, obedecerá mi palabra y mi padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él.
Juan 14:23.


Lectura diaria: Juan 14:15-31. Versículo para destacar: Juan 14:23.


ENSEÑANZA


Por la naturaleza pecaminosa radicada en el hombre, a éste le queda difícil obedecer. Se puede acabar de escuchar: “No hagas tal cosa”, para que inmediatamente se salga a hacer lo contrario. Esto se ve en todo campo y lugar. Un ejemplo: hay un letrero de “No parqueo” y lo primero que se hace es parquear en ese sitio sin importar consecuencias, para más tarde llorar y lamentarse por lo sucedido. ¡Pero si no obedecemos, tenemos que cargar con las consecuencias! El Señor nos dice aquí que si lo amamos de verdad, debemos ser obedientes a su Palabra y tanto el Padre como el Hijo permanecerán en cada uno, además, de tener al Espíritu Santo quien por derecho ya lo tenemos porque vive en nosotros también (v. 17).

El Señor Jesús nos dio ejemplo de obediencia acatando todo lo dicho por Dios Padre llegando incluso a la muerte. Sabía que su misión no era fácil; sin embargo, tomó las riendas del mandato y como hombre que era sufrió lo indecible, pero terminó la obra encomendada: “Todo se ha cumplido”(Jn. 19:30), dijo; y lo hizo por amor: amor al Padre y amor a la humanidad. Cuando amamos, somos complacientes y el obedecer no implica carga alguna. En la lectura el Señor nos hace énfasis en la obediencia como resultado del amor: “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos”; “¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece”; “El que me ama, obedecerá mi palabra” (vv. 15, 21, 23). ¿De verdad amamos al Señor y decimos que somos sus discípulos? Entonces, demostrémoslo obedeciendo sus mandatos sin renegar. Enseñemos también a nuestros niños desde pequeños a hacerlo para que cuando sean jóvenes y adultos vean la obediencia bajo los parámetros de bendición y no con los ojos que muchos la tienen de rechazo, inconformidad, violencia y rebeldía; manifestaciones que también se dan por falta de sometimiento a la autoridad. Si nos es difícil el obedecer, pidámosle al Espíritu Santo que nos llene de su fruto y pongamos manos a la obra. Deuteronomio 28 nos indica las bendiciones que trae la obediencia como también lo que acarreamos cuando somos desobedientes; sería importante empaparnos de este capítulo para saber a qué atenernos. Permitamos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo hagan su morada en nosotros por el amor que les tenemos, cumpliendo la obediencia.


Cristo Jesús en un acto de obediencia vino a morir por ti para darte vida eterna y ahora desea que le abras la puerta de tu vida. Si es tu interés dejarle seguir, te invito a hacer la siguiente oración:


Señor Jesucristo: Yo te necesito. Te abro la puerta de mi corazón y te acepto como mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. Enséñame a amarte y a obedecerte como lo esperas de mí. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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