Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: él promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad.Salmo 85:8.
Lectura diaria: Salmo
85:4-13. Versículo principal: Salmo
85:8.
REFLEXIÓN
La paz no es solamente la que nos
ofrece el mundo. Los odios, rencillas, egoísmos, intolerancia e injusticia de
los hombres, desencadenan en guerras y batallas. Ese es el pan de cada día en los noticieros y
el medio en el cual nos desenvolvemos.
Pero lo triste es la zozobra y angustia personal con que se vive. Se pierde la paz por problemas de salud,
financieros, emocionales y espirituales.
Dice el versículo, que Dios
promete paz a sus fieles siempre y cuando no se vuelvan a la necedad. ¿Cuántos problemas podríamos evitarnos si
acatáramos sus órdenes? Nos quejamos
porque nuestro bienestar no es el esperado.
Quizá esta situación sea la consecuencia de no estar haciendo las cosas
bien. Hay que hacer un examen de
conciencia no solo personal, sino con el cónyuge o personas que conforman el
círculo familiar y ver en qué se está fallando.
Muchas veces no nos damos cuenta de los errores hasta que otros nos los
dicen, o porque nos parece que son insignificantes y no pueden hacernos
daño. Reflexionemos si hay en nuestro
corazón falta de perdón, resentimiento, deseo de venganza u odio. Pongamos sobre la mesa nuestra relación como
esposos, padres, hijos. Tal vez, haya problemas de infidelidad que entre otras,
siempre dejan huellas de crisis económica.
Ahora con el mundo moderno no solamente se es infiel personalmente sino
también a través de la pornografía; con el internet pasa lo mismo que con el
dinero: es bueno o malo de acuerdo al uso que le demos. Cerciorémonos del camino por el que están
andando los hijos; ¿los estamos corrigiendo y educando como Dios manda? O al
revés, van como ovejas descarriadas sin rumbo fijo. Importante de igual manera preguntarnos: ¿Cómo
actuamos frente a las deudas con el estado, con la iglesia y con los demás? ¿Somos honestos y sinceros o la mentira
predomina en nuestro hogar? Definitivamente,
Dios desea que sus hijos sean integrales en todas las áreas y cuando ya le
conocemos y sabemos lo que nos demanda, se torna más difícil la vida, si
queremos ir en contravía.
Si actuamos correctamente: “El
amor y la verdad se encontrarán; se besarán la paz y la justicia. De la tierra brotará la verdad y desde el
cielo se asomará la justicia. El Señor
mismo nos dará bienestar, y nuestra tierra rendirá su fruto. La justicia será su heraldo y le preparará el
camino” (vv. 10-13). Si sembramos frutos
buenos, cosecharemos también frutos buenos; de nosotros depende en gran manera
el bienestar para encontrar la paz interior que todos anhelamos tener.
Señor: Gracias porque tu paz no
proviene de lo que el mundo nos ofrece sino de hacer tu voluntad. Enséñanos a escucharte y a cumplir tus
mandatos para alcanzar el bienestar deseado.
Un abrazo y bendiciones.
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