miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mi paz implica que le escuche y le obedezca



Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: él promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad.  
 Salmo 85:8.


Lectura diaria: Salmo 85:4-13.  Versículo principal: Salmo 85:8.

REFLEXIÓN

La paz no es solamente la que nos ofrece el mundo. Los odios, rencillas, egoísmos, intolerancia e injusticia de los hombres, desencadenan en guerras y batallas.  Ese es el pan de cada día en los noticieros y el medio en el cual nos desenvolvemos.  Pero lo triste es la zozobra y angustia personal con que se vive.  Se pierde la paz por problemas de salud, financieros, emocionales y espirituales.
Dice el versículo, que Dios promete paz a sus fieles siempre y cuando no se vuelvan a la necedad.  ¿Cuántos problemas podríamos evitarnos si acatáramos sus órdenes?  Nos quejamos porque nuestro bienestar no es el esperado.  Quizá esta situación sea la consecuencia de no estar haciendo las cosas bien.  Hay que hacer un examen de conciencia no solo personal, sino con el cónyuge o personas que conforman el círculo familiar y ver en qué se está fallando.  Muchas veces no nos damos cuenta de los errores hasta que otros nos los dicen, o porque nos parece que son insignificantes y no pueden hacernos daño.  Reflexionemos si hay en nuestro corazón falta de perdón, resentimiento, deseo de venganza u odio.  Pongamos sobre la mesa nuestra relación como esposos, padres, hijos. Tal vez, haya problemas de infidelidad que entre otras, siempre dejan huellas de crisis económica.  Ahora con el mundo moderno no solamente se es infiel personalmente sino también a través de la pornografía; con el internet pasa lo mismo que con el dinero: es bueno o malo de acuerdo al uso que le demos.  Cerciorémonos del camino por el que están andando los hijos; ¿los estamos corrigiendo y educando como Dios manda? O al revés, van como ovejas descarriadas sin rumbo fijo.  Importante de igual manera preguntarnos: ¿Cómo actuamos frente a las deudas con el estado, con la iglesia y con los demás?  ¿Somos honestos y sinceros o la mentira predomina en nuestro hogar?  Definitivamente, Dios desea que sus hijos sean integrales en todas las áreas y cuando ya le conocemos y sabemos lo que nos demanda, se torna más difícil la vida, si queremos ir en contravía.
Si actuamos correctamente: “El amor y la verdad se encontrarán; se besarán la paz y la justicia.  De la tierra brotará la verdad y desde el cielo se asomará la justicia.  El Señor mismo nos dará bienestar, y nuestra tierra rendirá su fruto.  La justicia será su heraldo y le preparará el camino” (vv. 10-13).   Si sembramos frutos buenos, cosecharemos también frutos buenos; de nosotros depende en gran manera el bienestar para encontrar la paz interior que todos anhelamos tener.         

Señor: Gracias porque tu paz no proviene de lo que el mundo nos ofrece sino de hacer tu voluntad.  Enséñanos a escucharte y a cumplir tus mandatos para alcanzar el bienestar deseado.

Un abrazo y bendiciones.

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