¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!Isaías 49:15.
Lectura diaria: Lucas 15:11-32. Isaías 49:15.
REFLEXIÓN
Dicen que el amor de madre es el
más parecido al de Dios. Sin embargo,
Dios como buen Padre disciplina a sus hijos porque desea verlos como hijos de
bien. Igualmente los padres que aman a
sus hijos deben disciplinarlos, así les duela.
El hijo rebelde se torna en la tristeza y angustia de ellos (Proverbios
10:1b y 17:25), y en muchas ocasiones cuando ya se han agotado todos los
recursos, se deben tomar medidas extremas aunque a la madre se le lastime hasta
el fondo de su corazón.
El Señor Jesús nos enseña a
través de la Parábola del hijo pródigo, lo que es el amor de Dios Padre por sus
hijos; ejemplo que debemos tomar también para practicar el perdón de nosotros
como padres terrenales, hacia los hijos desobedientes y rebeldes. Esto no quiere decir que no debemos
reprenderlos; sin duda alguna hay que hacerlo porque de lo contrario estaríamos
también como hijos, desobedeciendo a Dios.
La ley existe para que se cumpla
y en todo hogar se imparten órdenes que deben acatarse aunque los hijos sean de
mayor edad. Si ellos todavía viven bajo
el techo paterno, deben someterse a lo exigido en casa, o de lo contrario
buscar su propio rumbo. No es fácil
criar hijos y llevarlos hasta el momento en que sean ya hombres y mujeres
útiles a la sociedad. Cuando ellos
persisten en su desobediencia y rebeldía viviendo en casa con todo a su
alcance, así nos duela hay que tomar medidas drásticas y sacarlos. Dice el refrán que “la buena vida cansa y la
mala amansa”. Considero que en estos casos el corazón de la madre se romperá
completamente al igual que se rompe el de Dios al ver la rebeldía de sus hijos,
pero estará listo y pendiente para divisarlo de nuevo, cuando decida volver
arrepentido y sensato.
Tal vez, llegará el momento en
que recapacitarán y volverán arrepentidos; entonces al igual que en la parábola
haremos fiesta porque nuestro hijo “estaba muerto pero ha vuelto a la vida; se
había perdido, pero ya lo hemos encontrado.
Así que empezaron a hacer fiesta” (v. 24).
Qué hermoso es saber que así
nuestra propia madre sea capaz de dejarnos, el amor de Dios es tan grande que
jamás nos abandonará.
Padre: Enséñanos a ser padres integrales
para nuestros hijitos e hijitas.
Permítenos ser siempre consecuentes tanto en la disciplina como en el
amor hacia ellos y danos el valor necesario para poner freno a las situaciones
difíciles que se nos presentan en su educación.
Un abrazo y bendiciones.
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