Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor.Josué 24:15.
Lectura diaria: Josué
24:13-28. Versículo principal: Josué
24:15.
REFLEXIÓN
Creo que no hay bendición tan
grande como ver una casa donde todos unánimemente adoran al Rey del cielo. Es muy bonito encontrar un hogar lleno de la
plenitud del Espíritu Santo, orando y alabando al Señor. La verdad, estos hogares no se ven tan
frecuentes, cuando debería ser lo contrario si en realidad somos cristianos;
pero no siempre todos los miembros del hogar lo son, o no todos están siempre
dispuestos en su corazón para orar o recibir una porción de la Palabra.
Además, los tiempos van
cambiando; cada miembro de la familia va adquiriendo su propio camino y
comienza a romperse la coyuntura que antes ataba fuertemente. ¡Qué tristeza! Digo triste, porque ya el orar se va
perdiendo; las charlas entre unos y otros ya no se dan como en lapsos antiguos
y pareciera como que las llamas que avivaron otros días, se han ido
extinguiendo y el calor ya no es el mismo.
El tiempo va pasando y cada cual va formando su propio terruño. Quedan
el ejemplo y las enseñanzas dadas para continuar el legado con los que nos
siguen.
¡Pero no todo es triste! Llegan las épocas bonitas: el aniversario,
los cumpleaños, la Navidad, el fin de año y es tiempo de reunirnos con los
seres queridos y volver a las tradiciones familiares que en otras épocas nos
llenaron de placer y jolgorio. Entonces,
tiene que salir a relucir aquello que sembramos y aun más fuerte, porque la
madurez ya ha alcanzado por lo general a quienes que se fueron siendo más jóvenes. El Señor será el motivo especial en esas
reuniones, será el invitado de honor que dé nuevamente regocijo y paz a la cuna
en que nos levantamos. Su presencia
estará viva y activa manifestando su amor e imprimiendo la importancia de esas
reuniones familiares.
Es ahí, cuando podemos mirar
retrospectivamente y entender que no fue en vano el trabajo y la decisión de
entregarle nuestra casa a Dios. “Aunque todos los pueblos anden cada uno en
nombre de su dios, nosotros andaremos en el nombre del Señor nuestro Dios para
siempre” (Miqueas 4:5. Versión La Nueva Biblia de los Hispanos 2005).
Ahora cuando la mujer ha tomado
tanta relevancia en el mundo actual, también es el momento propicio para
levantarnos como guerreras en nuestro hogar e imitar la resolución de Josué
diciendo: “Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor”. Esta soga nunca se romperá.
Amado Dios: Permite que nuestros
hogares se llenen de tu presencia, sea o no ocasión de celebrar. Que tú seas el centro de nuestras relaciones
familiares y todo lo hagamos para honrar tu Nombre.
Un abrazo y bendiciones.
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