domingo, 4 de noviembre de 2012

La integridad no depende de las circunstancias



Sean mi protección la integridad y la rectitud, porque en ti he puesto mi esperanza.  
 Salmo 25:21.


Lectura diaria: Salmo 25:1-22.  Versículo principal: Salmo 25:21.

REFLEXIÓN                                            

En la medida en que seamos íntegros ante el Señor, podemos andar con más tranquilidad porque sabemos que estamos haciendo las cosas bien.  Y si aún caminando rectamente no se dan de acuerdo a nuestros anhelos y deseos, no importa porque tenemos una esperanza mayor.
Nuestra rectitud puede tomar nuevas fuerzas en medio de la aridez.  ¿Cuántas veces no ha retoñado nuevamente aquel palo seco y sin ramas de un rosal abandonado? En el jardín de mi madre lo observé: cuando ya se pensaba en botarlo  por rastrojo, volvía a tomar forma y por obra de Dios, amanecía un pequeño verdor en su tallo, como diciendo: ¡aquí estoy; floreceré de nuevo!  No se necesita estar sembrados en medio de valles que resaltan por su verdor; aprendemos a conducirnos mejor y valorar lo que tenemos en medio de las dificultades que se nos presentan.  Así como poca gracia tiene el que ama al que siempre le hace el bien, tampoco se puede esperar algo diferente de integridad ante el Señor, de aquella persona que todo le marcha sobre ruedas.  Lo que vale es amar al enemigo, como el seguir en rectitud a pesar de los desiertos áridos por los que tenemos que transcurrir.  Esto es vivir en integridad y entereza ante el Señor; porque así como el rosal florecerá mostrando todo su esplendor, nosotros también resplandeceremos en el glorioso día que nos espera, cuando el Señor venga y nos lleve con Él: “porque en ti he puesto mi esperanza”.
Nuestra integridad no depende de las circunstancias, porque: “Aunque la higuera no dé renuevos ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aún así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios mi libertador!”  (Habacuc 3:17-18).  A pesar de…, nuestro comportamiento debe brillar en honestidad, decencia y moralidad.

Señor: Enséñanos a no depender de las circunstancias para alabar y bendecir tu nombre.  Queremos ser íntegros ante ti, para que ese sea el baluarte de tu protección cuando lleguen las aflicciones.   

Un abrazo y bendiciones.

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