sábado, 3 de noviembre de 2012

Él me invitó a su banquete



Dispones ante mi un banquete en presencia de mis enemigos.  Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar.  
 Salmo 23:5.


Lectura diaria: Salmo 23:1-6.  Versículo principal: Salmo 23:5.

REFLEXIÓN

Somos los primeros invitados a su banquete y cuando tenemos invitados a una cena en nuestra casa organizamos la mesa de manera especial; la adornamos con lujo de detalles para que los invitados se sientan honrados y queridos.  De igual manera lo hace Papá Dios: adereza una mesa para los suyos; con lujo de detalles la va preparando para hacernos sentir cómodos y a gusto porque somos sus hijos.  Pone su mesa a nuestra disposición "has llenado mi copa a rebosar",  queriendo satisfacer toda necesidad: “Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento” (Isaías 61: 3)  No solamente nos prepara el banquete sino que además de eso quiere presentarnos con orgullo, bien vestidos (con lino fino y resplandeciente), y oliendo a rico.   Entonces,  nos unge con su perfume, con la unción del Santo Espíritu para que seamos llenos de Él y podamos  como dignos hijos suyos llevar fruto que permanezca para siempre y enaltecer su Nombre: “Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria” (Isaías 61:3b).
Presentémonos ante esta mesa con corazón agradecido por sus bondades; por la cantidad de detalles con los que somos homenajeados aun sin merecerlo: “Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian” (Salmo 31:19).

Sí, Señor nuestro: ¡Qué maravilloso es tu amor!  Rebaza todo conocimiento; ni siquiera podemos comprenderlo porque no tiene límites ni cuantía alguna.  Solamente sabemos que está ahí, servido en la mesa y dispuesto para todo aquel que quiera acercarse a disfrutar de tu banquete.

Un abrazo y bendiciones.    

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