domingo, 17 de abril de 2011

Acerca de Apolos

Por aquel entonces llegó a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría. Era un hombre ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras.
Hechos 18:24.


Lectura diaria: Hechos 18:23-28. Versículo para memorizar: Hechos 18:24.


ENSEÑANZA


Tal parece que Apolos se convirtió en un gran discípulo del Señor y empezó su obra evangelizadora por diferentes regiones ya que inicialmente llegó a Éfeso, pasó a Acaya (v. 27), estuvo en Corinto (Hch. 19:1) y quizá empezó su ministerio en Alejandría su tierra natal. A lo largo de las cartas de Pablo podemos notar que en ningún momento él lo despreció, al contrario lo defendió e incluso le pidió a Tito que estuviera pendiente para que no le faltase nada y pudiera continuar su obra misionera (Tit. 3:13). Llegó a ser tan buen predicador que el apóstol Pablo tuvo que llamar la atención a los corintios por su proceder, unos diciendo que eran de Pablo y otros que de Apolos, exhortándolos a que dejaran de comportarse como carnales porque quien hace la obra es el Señor y no el hombre: “Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el conocimiento” (1 Co. 3:6). Dos puntos importantes para tener en cuenta respecto a Apolos: Primero, aprender a aceptar a los que llegan a nuestro lado así no hayamos sido nosotros los portadores de la Palabra para su conversión, darles acogida y brindarles todo el apoyo que esté al alcance. Segundo: No crear por estas situaciones rencillas y malas interpretaciones con egoísmos y recelos impidiendo que los creyentes le busquen porque se sienten mejor con esa persona o porque simplemente el Espíritu los guía hacia ellos. ¡Esto sí que se debe tener en cuenta en las iglesias! El celo por la feligresía es absurdo. En la actualidad, es como una caza no de almas sino de bienes materiales. Nadie se puede creer más que determinado pastor o ministro ni impedir la obra evangelizadora en cada uno de ellos.

Oremos porque la Iglesia del Señor llegue verdaderamente a la unidad. Y si nunca has tenido la ocasión de conocer a Jesús como el Salvador de tu vida, te invito a que lo hagas en este momento con una corta oración, así:


Señor Jesucristo: yo te necesito y te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias por perdonar mis pecados y por darme la vida eterna. Ubícame Señor en la iglesia que tienes para mí, donde se predique tu Palabra sanamente. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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